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Al norte del sur., Spain
En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.

viernes, 30 de marzo de 2007

¿Algo así?

http://www.goear.com/listen.php?v=8aa1f19









No, exactamente.









"¡Ah! ¿Es así como voy a acabar?...Vale."
EDWARD BLOOM



















Pues tampoco.











jueves, 29 de marzo de 2007

C...de noCtuRno

Algunas noches, el alma echa a volar y te deja el cuerpo frío y desalmado.
Saltan chispas en la bóveda de ébano...rumor chirriante a empujones, tropiezos y chichones; cruce de almas descuerpadas. Atasco en el Éter.
Rutilantes cometas esporádicos rasgan de parte a parte la infinita sábana de raso, dejando atrás una estela de fuegos de artificio. Un clamor mudo de estrellas envidiosas, condensa en el acero de tu médula todo el silencio abisal del Universo. Y la Luna, solterona y descolgada, baja hasta tu balcón, a bañarte el esqueleto con reflejos escarchados de aquel Sol, que se ha escapado, que está en otra parte. Sólo Ella tiene acceso a su mirada.
Con los brazos huérfanos de su eterna sonrisita socarrona, milenaria y conformada, teje una hamaca de plata en la que mecer tu insomnio; al arrullo de su Nana del Desvelo:


No te duermas, mi niño, no te duermas...
Haz memoria, niño triste, no te olvides. Recuerda...
Deja para mañana el sosiego, niño inquieto. Piensa...

Qué has hecho, dime, niño indómito...¡Qué has hecho con tu "busca"!




Ésto no es nuevo. Quiero decir; ya tuvo tiempo de respirar, y respiró.
Es lo único que se me ocurre, sin embargo, a estas horas...A duras penas.


Y como nunca está de más la música. Pues eso, criatura; copia y pega:
http://www.goear.com/listen.php?v=a702cc9

La verdad es que es un poco descosazonadora ¿digo bien?. Lo siento.

martes, 27 de marzo de 2007

Bloguilandia S.A. (influencias gluppianas)

"Si uno dice la verdad, puede estar seguro de que, tarde o temprano, le descubrirán."
Oscar Wilde


Buena la ha liado usted, Don Pedro…En fin, mejor te tuteo.

Lejos de sentirme aludido ni nada que se le parezca, creo, sin embargo, que sin proponértelo (o con) habrás metido el dedín en alguna que otra llaga anónima. No deja de sorprenderme en ti, que no te cansas de explicar el exclusivo propósito literario (realmente formidable) de tu página, esa (por otra parte comprensible, y constante) inquietud al respecto de nuestra condición de berza, o coliflor. Creo que es un tema que más o menos tenemos todos en órbita permanente por el cráneo, y que cada cual aborda, asume o sufre a su manera. Desde luego es, en definitiva, un tema sobre el que, aquí el misántropo, también reflexiona a menudo; ya que lo considero algo peliagudo, o al menos, digno de la más serena y respetuosa consideración…en el terreno de lo social, lo comunicacional, lo animal, lo vegetal…etc. De lo humano, vaya, en una palabra; porque lo cierto es que todos tenemos muy presente (o deberíamos) que lo que aquí acontece es un hecho incuestionable, inconmensurable, “nuevo” y extraordinario. Me refiero, claro está, a que donde dije berza (por seguir con las verduritas) digo coco; y donde dije coliflor…patata. Algo solté ya en un viejo post, cuando era Acéfalo; y he vuelto a publicar hace poco en la caverna (Spleen Shakespeariano, 26 de Febrero)
(¡qué cutre, todavía no se hacer enlaces directos!…aparte); pero aquello se refería a mi efímero paso por el mundo de los chat, que no es esto, ni se le parece.

Lo gracioso, y sintomático, es que no has sido el único que enarcó las cejas al llegar a la dichosa frasecita ¡Pero cómo, un misántropo que tiene mujer y, encima, la pasea!…ahora mismo no puedo dejar de sonreír por lo bajinis. Menos mal…menos mal que al final resultó ser el Cortázar que, como todos sabemos, es idiota…Y la sonrisa se convierte en carcajada, al tiempo que me pregunto de qué me estoy disfrazando ahora: de orador? de notario? de garrulo?…

La verdad, es que sólo trato de explicarme, no sin esfuerzo, de la manera más clara posible; sin duda algo impostado y dando gracias permanentes al bendito corrector ortográfico; ésa, es una verdad.

Otras verdades me las callo, desde luego; pero no soy muy amigo de contar mentiras manifiestas. La edad que tengo es la que pone en mi perfil; y cualquiera que haya leído un poquito las cosas que cuento, sabrá ubicarme en una generación más o menos aproximada. Mi nombre sale (con felicitación y todo, gracias, 25) en los comentarios del post quemado de las fallas; y si mi género no es evidente, es que sé mentir de puta madre ¡ole!

De mi mujer nunca he hablado en estas páginas, al menos, manifiestamente. Salvo en un único post, en la era Acéfalo, en el que contaba, precisamente, cómo celebramos el día en que nos adjudicamos ambos, legalmente, ese maravilloso prefijo: ex. También pone bien clarito por ahí la edad que tiene la Luna, y por qué está en Valencia, y por qué voy tanto allí……..Y pare usted de contar. Pienso que es más que suficiente. Son simples datos, que no tengo ninguna necesidad de ocultar; ni la más mínima intención de cambiar por otros.

¿Y por qué Misántropo, si no parece que lo sea?…Bueno, más de uno, creo que ya lo ha descubierto.

En cuanto a esa otra pequeña zarandaja que parece, también, perturbarte, mi querido Pedro; yo no soy Bukowsky, pero me he inventado una frasecita que no queda mal del todo: “Como no follo, escribo.”

Besos.

Ah! Otra cosa es la fantasía, por supuesto.



Y este Serrat, para alguien que piensa que su ironía está un poco caducada:
http://www.goear.com/listen.php?v=41ba53d

domingo, 25 de marzo de 2007

Sin música

Hace años que me doy cuenta y no me importa, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente si es el idiota quien lo expone. Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda, pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va benissimo. Lo triste es que todo va malissimo cuando uno es idiota, por ejemplo en el teatro, yo voy al teatro con mi mujer y algún amigo, hay un espectáculo de mimos checos o de bailarines tailandeses y es seguro que apenas empiece la función voy a encontrar que todo es una maravilla. Me divierto o me conmuevo enormemente, los diálogos o los gestos o las danzas me llegan como visiones sobrenaturales, aplaudo hasta romperme las manos y a veces me lloran los ojos o me río hasta el borde del pis, y en todo caso me alegro de vivir y de haber tenido la suerte de ir esa noche al teatro o al cine o a una exposición de cuadros, a cualquier sitio donde gentes extraordinarias están haciendo o mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando un lugar de revelación y de encuentro, algo que lava de los momentos en que no ocurre nada más que lo que ocurre todo el tiempo.
Y así estoy deslumbrado y tan contento que cuando llega el intervalo me levanto entusiasmado y sigo aplaudiendo a los actores, y le digo a mi mujer que los mimos checos son una maravilla y que la escena en que el pescador echa el anzuelo y se ve avanzar un pez fosforescente a media altura es absolutamente inaudita. Mi mujer también se ha divertido y ha aplaudido, pero de pronto me doy cuenta (ese instante tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo) que su diversión y sus aplausos no han sido como los míos, y además casi siempre hay con nosotros algún amigo que también se ha divertido y ha aplaudido pero nunca como yo, y también me doy cuenta de que está diciendo con suma sensatez e inteligencia que el espectáculo es bonito y que los actores no son malos, pero que desde luego no hay gran originalidad en las ideas, sin contar que los colores de los trajes son mediocres y la puesta en escena bastante adocenada y cosas y cosas. Cuando mi mujer o mi amigo dicen eso -lo dicen amablemente, sin ninguna agresividad- yo comprendo que soy idiota, pero lo malo es que uno se ha olvidado cada vez que lo maravilla algo que pasa, de modo que la caída repentina en la idiotez le llega como al corcho que se ha pasado años en el sótano acompañando al vino de la botella y de golpe plop y un tirón y ya no es más que corcho. Me gustaría defender a los mimos checos o a los bailarines tailandeses, porque me han parecido admirables y he sido tan feliz con ellos que las palabras inteligentes y sensatas de mis amigos o de mi mujer me duelen como por debajo de las uñas, y eso que comprendo perfectamente cuánta razón tienen y cómo el espectáculo no ha de ser tan bueno como a mí me parecía (pero en realidad a mí no me parecía que fuese bueno ni malo ni nada, sencillamente estaba transportado por lo que ocurría como idiota que soy, y me bastaba para salirme y andar por ahí donde me gusta andar cada vez que puedo, y puedo tan poco). Y jamás se me ocurriría discutir con mi mujer o con mis amigos porque sé que tienen razón y que en realidad han hecho muy bien en no dejarse ganar por el entusiasmo, puesto que los placeres de la inteligencia y la sensibilidad deben nacer de un juicio ponderado y sobre todo de una actitud comparativa, basarse como dijo Epicteto en lo que ya se conoce para juzgar lo que se acaba de conocer, pues eso y no otra cosa es la cultura y la sofrosine. De ninguna manera pretendo discutir con ellos y a lo sumo me limito a alejarme unos metros para no escuchar el resto de las comparaciones y los juicios, mientras trato de retener todavía las últimas imágenes del pez fosforescente que flotaba en mitad del escenario, aunque ahora mi recuerdo se ve inevitablemente modificado por las críticas inteligentísimas que acabo de escuchar y no me queda más remedio que admitir la mediocridad de lo que he visto y que sólo me ha entusiasmado porque acepto cualquier cosa que tenga colores y formas un poco diferentes. Recaigo en la conciencia de que soy idiota, de que cualquier cosa basta para alegrarme de la cuadriculada vida, y entonces el recuerdo de lo que he amado y gozado esa noche se enturbia y se vuelve cómplice, la obra de otros idiotas que han estado pescando o bailando mal, con trajes y coreografías mediocres, y casi es un consuelo pero un consuelo siniestro el que seamos tantos los idiotas que esa noche se han dado cita en esa sala para bailar y pescar y aplaudir. Lo peor es que a los dos días abro el diario y leo la crítica del espectáculo, y la crítica coincide casi siempre y hasta con las mismas palabras con lo que tan sensata e inteligentemente han visto y dicho mi mujer o mis amigos. Ahora estoy seguro de que no ser idiota es una de las cosas más importantes para la vida de un hombre, hasta que poco a poco me vaya olvidando, porque lo peor es que al final me olvido, por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde, o el olor de un vagón de tren cuando uno entra y se tiene un billete para un viaje de tantas horas y todo va a ir sucediendo prodigiosamente, las estaciones, el sándwich de jamón, los botones para encender o apagar la luz (una blanca y otra violeta), la ventilación regulable, todo eso me parece tan hermoso y casi tan imposible que tenerlo ahí a mi alcance me llena de una especie de sauce interior, de una verde lluvia de delicia que no debería terminar más. Pero muchos me han dicho que mi entusiasmo es una prueba de inmadurez (quieren decir que soy idiota, pero eligen las palabras) y que no es posible entusiasmarse así por una tela de araña que brilla al sol, puesto que si uno incurre en semejantes excesos por una tela de araña llena de rocío, ¿qué va a dejar para la noche en que den King Lear? A mí eso me sorprende un poco, porque en realidad el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota, se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas, y por eso aunque yo corra de un lado a otro del Bois de Boulogne para ver mejor el pato, eso no me impedirá esa misma noche dar enormes saltos de entusiasmo si me gusta como canta Fischer Dieskau. Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de Giotto en Padua. La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta L'année dernière à Marienbad, ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la Gare de Lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio. Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre.

"La vuelta al día en ochenta mundos"
JULIO CORTÁZAR

MARENOSTRUM







La última prenda emergió hace apenas unas olas. Nuestras ropas han quedado abandonadas en la arena, aún recalentada por el sol abrasador de la tarde, que se extingue bajo un cielo avioletado.

Los dos con el agua al cuello, dejamos mecer nuestros cuerpos al amparo de las suaves ondas de un mar en calma, mientras seguimos entrelazándonos por los dedos; y nos seguimos besando sin codicia entre saltito y saltito, cada vez menos hermanos.

Hace rato que el tiempo quedó suspendido, pero ahora ya es de noche...y su mano me rescata de la creciente marea para llevarme a saltitos hacia la orilla mojada. Justo ahí, donde juntos heredamos de las olas moribundas sus últimos restos de espuma en el momento en que expiran. Lentamenteahora...con aire tierno y cansino ...extiende sobre la playa todo su cuerpo desnudo, fresco y a la vez tibio...abandonado a la suavidad placentera de este instante larguísimo...

Sus dientes, blanco fosforecente a la temprana luz de luna, insinúan con candor media sonrisa, mientras las horas de sol van subiendo a sus mejillas, iluminándolas poco a poco...de golpe...

De sus ojos entrecerrados mana una perla expectante y miope, mientras un levante adolescente juega, travieso, a ocultarlos tras el dócil oleaje de su pelo ensortijado. Y rasguñando, huidizo, por los flancos de sus muslos, va desatando seísmos que exacerban su epidermis y enardecen los bombones de sus pezones salados.

La luna nos guiña un cráter...Y a lo lejos nos azuzan, encandiladas y cómplices, las sirenitas de Ulises...





Yo me quedo con GoEar, a pesar de todo:
http://www.goear.com/listen.php?v=fe308f8

sábado, 24 de marzo de 2007

Música alternativa para unas bodas de oro





Ya están todos reunidos en Roma (ciudad eterna) para echarse unos chupitos y unas flores a cuenta del 50 aniversario de la primera firma de lo que ha venido a convertirse...¡aaaaaahhhhhhh, aire!...con el tiempo en los llamados Estados Unidos de Globilandia, sección central.

A los chicos les sigue encantando Beethoven; no vayamos a defraudarlos, pues. El festejo se adereza con la audición de ese maravilloso emblema de Occidente que es la Quinta Sinfonía en do menor (del Destino, temblemos); en su lectura, supongo, más triunfalista.

Fieles al espíritu del Sordo, sin embargo; lo suponemos revolviéndose una vez más, allá donde quiera que vayan a parar los talantes de semejante calaña. Imperturbable a su destino de D.J. de la histora; tal vez propusiera otra página, de las tantas que nos regaló. Por ejemplo, ésta:


Seguimos sin reproductores, así que a copiar y pegar: http://www.goear.com/listen.php?v=af6e30d


O mejor. Más apropiado. Ya que hablamos, al fin y al cabo, de decadencia pura y dura, se me viene a la cabeza aquel que fue llamado justamente "El cantor de la decadencia"; muy popular, curiosamente entre la clase política (rama melómanos). Hablo, claro está, de Gustav Mahler; quien también tiene, claro, una "Quinta Sinfonía". Que en su primer movimiento, utiliza constantemente, a modo de "leit motiv", una macabra deformación (sin duda, homenaje)del famoso tema de cuatro notas que encabeza la de el Sordo. Éste ir y venir constante sobre el tema, pone los pelos de punta; y ha llegado a hacerse tan famoso (o más) como el de su ilustre antecesor. Para más señas, valga la neurosis, podréis recordarla, si os fijáis, cada vez que hagáis con el ratón doble clic sobre cualquier icono.

Copiad y pegad, vale la pena:
http://www.goear.com/listen.php?v=30dc987

miércoles, 21 de marzo de 2007

Barber's Adagio For Strings, Op. 11

Me he vuelto loco ¡Os lo juro! intentando ponerle lo cuernos al GoEar; pero no se deja, el muy cabrón.

Después de tragarme miles de engendros; con worldcentertowers, sunamis y demás catástrofes (incluido Adolf Hitler), he optado por conformarme con ésto; que no sé qué es lo que es, pero molesta poco.

En fin: que ésta era la música que yo quería para mi post anterior. Prometo dejaros en su sitio, en cuanto pueda, la versión pura y dura. De momento, el que quiera que mire; y el que no, que cierre los ojos.

En cuanto a los oídos...algo es algo...pero no es lo mismo unas voces de laboratorio que unas cuerdas vibrando de verdad.

Y tras la publicidad, que os jodan. Con perdón, me pido primer.

Besitos.


¡uuuuhhhhhh!

Quién te ha visto y quién te ve...

...que diría más de uno. Llorando...suplicando...matando por un traguito de agua.






"Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed"


Aquí están ya las cuerdas cantando, gentileza de una amiga. Veréis que no es lo mismo. Aún no funcionan los reproducctores, pero la podéis escuchar aquí: http://www.goear.com/listen.php?v=e34493d

domingo, 18 de marzo de 2007

sábado, 17 de marzo de 2007

La Marmota y el Melón

ROMANCE


melón:
-Acércate, marmotaza.
Mete mano a esta mordaza
que me ata a este terrón.
Porque ya estoy en sazón,
más que maduro, podrido
¡al verte he olido a Cupido!
ráscame esta picazón.


marmota:
¡aaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!...
¿Quién me llama desde el barro
e interrumpe mi descanso?
A fe mía que es un ganso
¡habrase visto descaro!


melón:
Cójeme con tus patitas
y arráncame de cuajo.
Come luego mi pulpita, sin olvidar las pepitas,
que pronto verè si encajo.


marmota:
que holgura la de estos tíos
al obviar la proporción,
mas parece buena fruta...

Ni me recita un poema ni me regala una rosa
¡Ay, qué cosa!

Me trata como a una puta,
y encima es todo un melón.

¡Para melones, los míos!



lunes, 12 de marzo de 2007

Patafísica musical (Part one)

He de irme unos días de viaje, por trabajo. Estaré muy ocupado, y muy enfrascado. Espero volver sano y salvo...¿o era al revés?...Espero volver (salvo, y sano) para el fin de semana. Y comentar, y corresponder, todo lo que tenga que corresponder, y comentar.

Besos para todos. Y mis peores deseos. Os añoraré algo.

Os dejo esta piña, mientras tanto. Con la ilusión de que disfrutéis sacándole los piñones, que los tiene.

El catecismo reza así(puro código HTML, más o menos):

"a: ah: ha: hamm: anfang:
in: in principio: nel mio
principio:
am anfang: in my begynning:
ach: in principio erat
das wort: en arche en:
verbum: am anfang war: in principio
erat: der sinn: caro: nei mio pricipio : o logos: è la mia
carne:
am anfang war: in principio: die kraft:
nel mio principio:




domingo, 11 de marzo de 2007

Tú me has tocado, noi...


...y yo a tí. Que, sin duda, eres lo que pareces.

Tuvimos ocasión de coincidir en una de esas...trabajando. Para nada intenté darte el coñazo ni acercarme a tí, no parecía que estuviera el horno para bollos, no lo estaba. Además uno es un tímido de solemnidad.

Quiso el azar, sin embargo, que tuviéramos que cruzarnos entre bambalinas oscuras y atriles caídos. En tiempo muerto...en tiempo enfermo...en ese tiempo inutil que no sabe hacer otra cosa que pasar. Nos cruzamos, ya digo, de ojos. Y, qué tontería, hicimos lo mismo, ambos. ¡Cómo no! ambos nos dimos una cariñosa, e inteligente, palmadita en el hombro. Y ya está.

Nunca olvidaré esa mirada. Chaval.


Jacques Brel - Ces Gens La

Su amor no era sencillo



Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, ágorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.

MARIO BENEDETTI

martes, 6 de marzo de 2007

De ¡EUREKA! nada

Harto manida pero en demasiadas ocasiones olvidada aquella vieja recomendación sobre el estado óptimo en de debe encontrarnos la inspiración, si llega: O sea, trabajando.

Capricho de guardar celosamente suele ser en algunos artistas, generosos por otra parte en exhibir extravagancias y otras pequeñas idiosincrasias, la íntima clave de su horario de trabajo. Parece ser que éste pudiera determinar el estilo y la profundidad de la obra. No faltan, sin embargo, quienes los tienen por vagos.

Se me da a mí, cobarde aficionado, que quizá el mejor horario sea obviar el reloj y no tener tiempo de otra cosa. Olvidar no haber cenado, enfrascado en probaturas y ensayos, hasta sentir el impulso de sorber un trago de café helado, al canto del primer gallo. La aurora se filtra ahora por los visillos, y ahí parece ocurrir que algo empiece a encajar. Tal vez el milagro.

El cenicero rebosa, encima del piano. Y el "Eureka" revolotea bajo, mariposeando, como a la espera de ser cazado por ese espíritu en trance, en vela; agotado, hambriento y radiante.



Glenn Gould plays Bach