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Al norte del sur., Spain
En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.

domingo, 27 de mayo de 2007

Nombres propios

Y tan comunes, al fin y al cabo:

Soledad, Mercedes, Mariano. Elvira, Rosario, Gonzalo. Eduardo, Remigio, Paca.

Luís Alberto, Juan Carlos, Maria Pilar, y todas las Marí-Algo. Jose Mari, y otro tanto...

Los compuestos nunca me han gustado; aunque en mi caso, viene a ser algo así como un atenuante, o en el mejor de los casos, una doble opción, que acaba sonándome siempre coja; y a mi madre no digamos....Pero dónde estaba escrito que no pudiéramos cambiarlo. Y, total, puestos a cambiar...

Y un buen día resultó que todo dios se había puesto otro nombre...el abanico era exótico y además era infinito...no tenías más que asomarte para dar los buenos días a Selenes, Azofaifas, Zambias. Willianblakes, Carabases, Minotauros...Nombres impropios, que ya no tenían nada de común. Como poco de común tenían quienes los habían adoptado...Ahora se veían por las calles suntuosos adjetivos, atrevidos adverbios, frases sueltas soñadoras y algún que otro pronombre. Algunas calles parecían agencias de viaje del siglo XXX...Y era una suerte, porque a la gente, parecía como que le cambiaba la cara y todo. Todo el mundo se saludaba sin complejos...

-Hey, Misántropo, a ver si nos afeitamos...
-Cuando tú te pares quieta, Funambu-lista...

En cada casa, en lugar de chimenea, se había instalado a vivir un arco iris parlanchín...la soledad y las penas quedaron colgadas en el perchero de los nombres propios...la ilusión formaba estalactitas de colores por los pasillos, en la ducha, en los armarios; y la esperanza estallaba en confetis cada vez que se abría una ventana...Platón viaja en patinete por aceras de silicona...y aquí...


Aquí no ha pasado nada.

Jose Miguel.

jueves, 24 de mayo de 2007

Bandoneón





Me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneón
hay quien sostiene que lo toca dios
pero estoy seguro de que es troilo
ya que dios apenas toca el arpa
y mal
fuere quien fuere lo cierto es
que nos estira en un solo ademán purísimo
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores
vértebras de alegría
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos
me jode confesarlo
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia
es a ser rumba o mambo o chachachá
o merengue o bolero o tal vez casino
en último caso valsecito o milonga
pasodoble jamás
pero cuando dios o pichuco o quien sea
toma entre sus manos la vida bandoneón
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que allá espera
el estuche.


MARIO BENEDETTI


lunes, 21 de mayo de 2007

Besos hurtados




A la una y media en punto miró de reojo a ambos lados y apagó el ordenador. Dos minutos más tarde se había encerrado en el lavabo. Se afeitó, se perfumó y guiñó un ojo pícaro al espejo mientras se ajustaba el nudo de la corbata.

El hotel quedaba cerca de la oficina, así que fué sin prisas, dando un paseo. Era un lunes luminoso de primavera, y los álamos de la avenida esparcían un enervante aroma a viernes, bajo un sol que cascaba de lo lindo. Tuvo tiempo aún de parar en un puesto de flores y escogió, de entre todo aquel estallido de color, un solitario clavel rojo.

Como tenía previsto, llegó antes a la suite. Abrió todo de par en par y, tras guardar la alianza en un bolsillo, se sentó, a esperar, en la enorme terraza que daba a la bahía. Desde allí la vió llegar, transcurridos unos minutos que se hicieron siglos. Se adelantó a abrir la puerta antes que los frágiles nudillos la alcanzaran, y el hall relampagueó. Ahí estaba, radiante. Un vestidito negro cortito ajustadísimo, unos tacones algo más altos de lo habitual y unas gafas de sol a juego con el conjunto. Tampoco llevaba su alianza. Del brazo le colgaba una cestita de mimbre de la que sobresalía una botella de Moet; y de los labios, rojamente perfilados, una sonrisita entre tímida y nerviosa que dejaba entrever mil besos, esperando a ser hurtados. El primero lo cambió él por el clavel. El segundo, ella, por las gafas, que dejaron paso al clavel, engarzándose en el pelo. Comieron en el suelo, sobre un mantel de cuadros, fresas, sandwiches y queso, mientras jugaban, riendo, a adivinar películas; tras lo cual, se tumbaron boca arriba, mirando el techo, y jugaron a conocerse un poco. Habían tenido tiempo, pero no se desnudaron. Las duchas eran de lujo, pero no se ducharon. Tras el penúltimo beso, recojieron trastos y se fueron, cada uno a su trabajo.

La tarde se hizo larga, entre suspiros y hormigueos. Como de costumbre, él llegó a casa tarde. Del cuarto de baño, abierto, salía un vapor perfumado, mezclado con una cantinela plácida y un intenso repicar de agua caliente. Los niños estarían ya durmiendo. Fué a besarlos.

Al dirigirse al salón se encontró con ella, que salía de la ducha, sonriente. El albornoz abierto y el pelo mojado, echado hacia atrás, dejando estampado en la oreja el clavel rojo, que aún parecía recién cortado.

Sus sonrisas cómplices dejaron entrever mil besos, esperando a ser pedidos.


viernes, 18 de mayo de 2007

Más Marx que nunca

Y un poquito menos Groucho de lo que me gustaría. No me veo disfrazándome...¡qué tontera! Ni siquiera para un club que no me quisiese.

Previmaginé actualizar-me. Malabarear-me. Formular-me. Lo imaginé, de veras. Y lo sigo conculcando. Darme-lé un sentido algo menos venturario, sin cápsulas ni celuloides; algo más impresentable, acaso. Una especie de pronto. Más aquí estoy, creo. Más marciano.

Pero no es fácil. Y lo que ya me conozco hace tiempo que se superó en el cine...en las salas de los cines...

Así que me quedaré, tranquilito y relajado, en el camarote de mis hermanos...¡MOCK-MOCK!

-"Y un huevo duro."...

...por agua.

lunes, 14 de mayo de 2007

Incomprensible

A mí tampoco me gusta, sí.

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Al igual que a él no le gusta Brel. Por eso no lo ponemos siempre.

domingo, 13 de mayo de 2007

Damiel und Cassiel





"Cuando el niño era niño,
la niña era niña,
el perro era perro"...


No sé por qué , me ha dado hoy por volver a repasar esta asombrosa película, llena de preguntas sin respuesta:

"¿ Por qué yo soy yo, y no soy tú?
¿Cuándo empezó el tiempo, y dónde acaba el espacio?"...


Impecable interpretación de estos dos simples "testigos" con mano de santo, a los que sólo pueden ver los niños y algún que otro loco de mirada limpia. Tremendo y denso guión, no muy impropio de un domingo por la tarde...rara...que te deja la cabeza llena de preguntas...¿qué?...¿cómo?...¿Cuanto?...


¿Qué queda más alto, el sur o el norte?
¿Y el cielo? ¿y el nivel del mar?

¿Cómo alzan el vuelo los aviones?
¿Y los espíritus? ¿cómo aterrizan?

¿Cuántos segundos tiene una vida?
¿Y un segundo? ¿cuántas vidas tiene?

¿Qué contiene más estrellas, la noche o el día?
¿Y más sal? ¿el océano o una lágrima?

¿Cómo se barre un desierto?
¿Y un diluvio? ¿cómo se bebe?

¿Cuántos pájaros caben en una arcada?
¿Y en una espiración? ¿cuántas olas?

¿Qué resiste mejor un huracán, la médula o el pelo?
¿Y al alba, quién canta más? ¿Venus o la Luna?

¿Cómo se cierran los ojos ante una mano abierta?
¿Y los besos volados? ¿cómo reconocen su destino?

¿Cuantos mares hacen falta para construir un río?
¿Y para una meseta? ¿cuántas cordilleras?


¿Somos los humanos más listos que las abejas?
¿Y el chico y la chica? ¿piensan, sienten distinto?

¿Qué le dice el pollo al pato?
¿Y al revés?...


En fin, preguntas y más preguntas para una tarde de domingo tan puntual como ¡ah!típica. De la mano de Wim Wenders y de esta magnífica peli ("El cielo sobre Berlín") que, desde luego, recomiendo. En versión original, bitte.


Y, claro, Mozart:
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martes, 8 de mayo de 2007

Es increible


Bueno, en el fondo no lo es, para nada. Es a mí, más bien, testigo de excepción, a quien le cuesta creerlo. Hoy cumplo medio siglo ¡quién lo diría!

Quiero decir...de las mil y una maneras en que flipaba, allá por los 20, imaginándome llegados a este punto, la más recurrente (y verosímil) parecía ser ya criando malvas; o, por el contrario, haberme convertido en un perfecto desconocido, un señor de bien, o algo. Lo que no podía sospechar ni de lejos, es que la realidad, esa realidad entre subjetiva y objetiva, me siguiera resultando tan cercana. Claro que, más espeluznante me resulta ahora intentar recordarme a los 20, siempre con esas prisas; sobre todo, porque aún me reconozco.

Han pasado muchas cosas. Tantas, que apenas me he dado cuenta. Salvar, sólo salvo una: Esa nueva dimensión de mí, que no soy yo. Y...por lo demás, si he de escoger, y escojo, me quedo con una lección a medio aprender todavía, también relativamente nueva; aquella que se refiere, no a un qué, sino a un cómo.


Y se acabó el inventario.

Fiesta. Fiesta.

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domingo, 6 de mayo de 2007

El buen sentido


"En este hai-kai va
un beso que me acabo
de cortar."

Federico García Lorca



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Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.

Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empieze a nevar.

La mujer de mi padre está enamorada de mí, viniendo y avanzando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo: por el adiós y por el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieran tánto sus ojos, justa de mí, in fraganti de mí, aconteciéndose por obras terminadas, por pactos consumados.

Mi madre está confesa de mí, nombrada de mí. ¿Cómo no da otro tanto a mis otros hermanos? A Victor, por ejemplo, el mayor, que es tan viejo ya, que las gentes dicen: ¡Parece hermano menor de su madre! ¡Fuere por yo he viajado mucho! ¡Fuere porque yo he vivido más!

Mi madre acuerda carta de principio colorante a mis relatos de regreso. Ante mi vida de regreso, recordando que viajé durante dos corazones por su vientre, se ruboriza y se queda mortalmente lívida, cuando digo, en el tratado del alma: Aquella noche fuí dichoso. Pero, más se pone triste; más se pusiera triste.

-Hijo, ¡cómo estás viejo!

Y desfila por el color amarillo a llorar, porque me halla envejecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro. Llora de mí, se entristece de mí. ¿Qué falta hará mi mocedad, si siempre seré su hijo? ¿Por qué las madres se duelen de hallar envejecidos a sus hijos, si jamás la edad de ellos alcanzará a la de ellas? ¿Y por qué, si los hijos, cuanto más se acaban, más se aproximan a los padres? ¡Mi madre llora porque estoy viejo de mi tiempo y porque nunca llegaré a envejecer del suyo!

Mi adiós partió de un punto de su ser, más externo que el punto de su ser al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de mi vuelta, más el hombre ante mi madre que el hijo ante mi madre. Allí reside el candor que hoy nos alumbra con tres llamas. Le digo entonces hasta que me callo:

-Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama París. Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande.

La mujer de mi padre, al oírme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente por mis brazos.

CESAR VALLEJO





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sábado, 5 de mayo de 2007

Bergamasque


Bonita y sugerente palabra que no tiene nada que ver, en principio, con máscaras ni, por supuesto, vergas. Pura casualidad, puro fastidio en todo caso, que ese artilugio diabólico que impedía a nuestros tatarabuelos tener acceso a las partes nobles del prójimo (y a las suyas propias), fuera también conocido como "cinturón bergamasque"; o sea: procedente de Bérgamo; lo cual no es nada extraño, ya que la mayoría de los "artistas" del metal allá por el siglo XVI, procedían de esta región.

Pero no se me alarmen, ya que aquí, venimos a hablar de otro tipo de artistas, también muy bergamascos, y otro tipo de artilugios.

Y dice así:





En un bello pueblito cercano a Bérgamo, llamado Caravaggio, obra como a cuatro siglos y medio que vino a nacer uno de esos genios descarriados, atrapados en un mundo de luces y penumbras, y muy aficionados al pincel. Se llamó Michelangelo Merisi, aunque hoy todos lo conocemos por el nombre de su pueblo. Y si su obra resultó siempre escandalosa (como ejemplo el bello efebo de la imagen, tañendo un laúd), su vida no lo fue menos.

Caravaggio fue arrestado y encarcelado en múltimples ocasiones, y se le atribuye el asesitato de un compañero de juego, al que acusó de hacer trampas, entre otros crímenes. Este gran pintor, que trabajaba a una velocidad increible, directamente sobre el linzo sin bosquejar siquiera los personajes, fue llevado de mazmorra en mazmorra, mortificando la vida de sus poderosos protectores, que acabaron dejándolo por imposible. De su última prisión, en la isla de Malta, se evadió de manera harto arriesgada, como Cellini del castillo de Sant'Angelo. Esta vez había sido encarcelado, probablemente, por lo que hoy se denomina pedofilia. Proscrito, se decretó su busca y captura, pero nunca dieron con él.

Se dice que Caravaggio desapareció en una playa de Roma, quizá también asesinado, como Pasolini. No había cumplido aún los cuarenta años.


Mientras tanto, otro bergamasco, Bernardo Gianoncelli (conocido como il Bernardello), se ocupaba de colorear la vida, pero ya no con pinceles, sino con púas, o más exactamente, con las uñas. Bien podría haber sido el modelo del famoso cuadro de Caravaggio; ésto no se puede saber. A mí me viene de perlas para ilustrar musicalmente el ambiente de la época; pero no en su versión original para laúd sino, ya que hablamos de luz y color, de manera mucho más brillante.


Esta vez tendrían que pasar siglos, hasta que otro genial bergamasco, éste ya en el siglo XX, recopilara una colección de piezas para laúd de aquellos tiempos ancianos y las convirtiera en una auténtica explosión. Hablamos, también, de Ottorino (otro sordo, jejé) Respighi.

Y aquí está el resultado:
http://www.goear.com/listen.php?v=780170b