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Al norte del sur., Spain
En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.

sábado, 10 de octubre de 2009

Septctubre misantrofilanpoidis ( a modo de siempre)

"Si alguien busca la felicidad más allá de sí mismo, no es la felicidad lo que está buscando".
PLATÓN


Así era; lo recuerdo como si fuera ayer mismo(obviando el entre paréntesis del rap veraniego): "Nos veremos en otoño, cuando las hojas leviten por encima de los árboles" (misantropus dixit).

Y así es; aquí nos vemos ahora, ya bien entrado el otoño. Y efectivamente; las hojas levitan, aunque pueda parecer extraño, por encima de los árboles y también de las farolas; por encima de las calvas y de los rascacielos; aunque aquí, donde yo vivo, no hay rascacielos. A este lado, no ha cesado el devenir constante de sombras chinescas proyectadas en el muro, que es la pantalla. La hoguera sigue encendida; la caverna sigue abierta más allá de la muralla.

No son tiempos de dar alas al misántropo; y éste, que en él se sigue escudando, considera llegado el momento de, cegar por cegar, elegir la luz del sol. No diré adiós, por lo tanto. Ni hasta luego. Pero tampoco mi ola vendrá a decir...¿hola?

Tan sólo una pequeña concesión, ya que estamos; que estuvimos: La pequeña idiosincrasia (más una debilidad) de partir a la alemana, en lugar de a la francesa. Porque, como canta Hermann Hesse, o cantara (parafraseado por Richard Strauss. Jamás confundir con el del danubio azul): "El verano sonríe, cansado y sorprendido, declinando ante ensueños frondosos. Largamente, detenido todavía entre las rosas; el reposo aún desea".

Siau.












SEPTEMBER
(Hermann Hesse)

Der Garten trauert,
kühl sinkt in die Blumen der Regen.
Der Sommer schauert
Still seinem Ende entgegen.

Golden tropft Blatt um Blatt
nieder vom hohen Akazienbaum.
Sommer lächelt erstaunt und matt
in den sterbenden Gartentraum.

Lange noch bei den Rosen
bleibt er stehen, sehnt sich nach Ruh.
Langsam tut er die (grossen)
müdgewordnen Augen zu.



SEPTIEMBRE


El jardín está triste,
la fría lluvia pesa sobre las flores.
El verano tiembla
dulcemente hacia su fin.

Doradas, gota a gota, caen las hojas
de lo alto de la acacia.
El verano sonríe, sorprendido y cansado,
entre el sueño de los jardines que se mueren.

Largamente, entre las rosas
se detiene todavía, desea el reposo.
Lentamente cierra
sus ya cansados ojos.




domingo, 9 de agosto de 2009

Increible... verdad?





Bienvenidos al centro de experimentación vocal "Magna".
Hoy en nuestro laboratorio estamos investigando con un
nuevo sujeto. Se hace llamar Nach, y es, quizás, el más
extraño y activo de los que hemos trabajado anteriormente.
Pero empecemos con la exposición. La dividiremos en 3
fases, y por favor, no intenten hacer esto en sus casas.
Fase de la experimentación número 1. Nivel de dificultad 6.
Vocal A>

Trabaja, plasma las palabras, hazlas balas,
Atrapa ráfagas, sal, machaca cada sala,
Ladra hasta rasgar la garganta,
Saca las garras, las armas,
Las gradas harán palmas,
La fama tarda, patán, jamás hallarás paz,
Amargas caras largas arrastran la maldad,
Andarás a rastras, pagarás caras las cagadas,
Las carcajadas sabrán saladas,
Tras, tantas trampas, tras, tanta jarana,
Tantas falsas alabanzas, tras, tantas caladas,
Tantas almas traspasadas para alcanzar la calma,
Tantas pájaras, Nach manda fantasmas al Sáhara,
Charlas baratas taladran hasta dar arcadas,
Parrafadas flacas acabarán mal paradas,
Tan malas para masacrar, para ganar batallas,
Apartadas, a patadas, atrapadas hasta dar la talla,
Canalla, vas a dar la campanada, para nada,
Camaradas harán manada para achantar,
Hasta cantarás baladas para agradar a las masas,
Salta pacá, ya cansas, ya.

[¿Increíble, verdad? Pero no nos vamos a quedar
ahí. Aumentaremos la dificultad de reacción. El sujeto
es frío y ni se inmuta. Parece confiado. Vamos a
ver cómo se comporta ahora. Pasemos a la siguiente
exposición. Fase de la experimentación número 2.
Nivel de dificultad 8.
Vocal O>

Yo no compongo con porros,
Solo pongo ron o fonk,
Propongo colocón como colofón,
Formo monólogos, todos los bolos son hornos,
Os toco con chorros sonoros, corosos como Concords,
Lo corroboro, controlo todos los modos,
Conozco todos los logros,
Conozco todos los coros, mongolos,
No clono, no soborno, sólo lo gozo, lo rompo,
Como Rocco os follo pronto,
No corono robots con flow monótono,
Corchos son como plomo,
Yo floto por los tonos como corcho,
No dono, cloroformo,
Formo los cosmos, los combos,
Son gordos, los bombos son hondos, tochos,
Yo, monto gordos pollos con otros locos,
Nosotros somos orcos, vosotros potros cojos,
Foros con forofos flojos,
Os jodo con condón, con don, compón como yo costoso,
No toco socorro, os soplo como polvo,
Os borro, bobos, os froto dolor por tos los poros,
Provoco ojos rojos por sollozos sordos,
¡Ohoh! todo con os, ¡lo bordo!

[Nunca habíamos dado con un sujeto así. Su capacidad
parece ilimitada. Permanezcan tranquilos, por favor.
Vamos a aumentar la dosis de dificultad al máximo.
Nadie ha conseguido nunca superar esta etapa, repito,
nadie. Fase de la exposición número 3. Nivel de
dificultad 10. Vocal E>

Ver gente decente perecer me estremece,
Le Pen es el germen,
el PP merece el trece,
Mequetrefes venden 3 CDs, ¿qué se creen?
Se creen jefes de este Edén,
¡Que les den! ¡Herejes!
Deben entender que defenderme es querer perder,
¿Pretenden vencerme en este set? Seré Federer,
Empecé desde el retrete,
enterré el estrés,
En el presente el referente es el Everest, creedme,
El eje es tener fe,
Seres que deseen que enferme, desespérense,
Pretenden que me estrelle, que frene este tren express,
Temen ver que este LP es el best seller del mes,
¡Ves! Que en vez de entretener me pertenecen,
Deben encender mentes dementes que ennegrecen,
¡Respétenme! Dejen de verter pestes,
Seres terrestres ven que me elevé entre entes celestes,
Verme envejecer, ceder, ¡never!
men, métele el reverb,
que recen emecés de Feber,
Me repelen peleles enclenques,
rehenes del tembleque decrecen en frente de este jeque.

[Es impresionante. El sujeto ha superado todas las
pruebas y su ritmo cardíaco ni siquiera se ha acelerado.
Por favor, manténganse tranquilos. Que no cunda el pánico. Estamos ante uno de los
momentos más espectaculares en la historia
del rap en este país. Este hijo de puta es capaz de todo>



En fin. Quien no aprende es porque no quiere.

Saludos.

domingo, 19 de julio de 2009

Largos...cálidos...muchos...veranos.

El botín de los años inútiles, que con tanto celo guardaste, disípalo ahora: te quedará el triunfo desesperado de haber perdido todo.
TAGORE

Pues eso: ha llegado el momento de gastarlo todo.

Nos veremos en otoño. Cuando las hojas leviten por encima de los árboles.





Al fin y al cabo, los niños son seres pensantes. Casi se podría decir que son seres humanos.
LES LUTHIERS

lunes, 18 de mayo de 2009

Si dios fuera mujer - Mario Benedetti

El dolor de la alegría

EL ACABOSE

Traje los pies desnudos para entrar en el
siglo
esa comarca en clave / todavía ilusoria
vamos a no estrenarla con quimeras
exangües
sino con el dolor de la alegría

la realidad se aviene a su acabose
en cambio la memoria se espabila y se
ordena
la frontera está ahí / pródiga en ceros
con hambre sed condenas asechanzas
y nacimientos ávidos / rompientes/
después de todo creemos en tan pocos
milagros
que no vale la pena enumerarlos

somos los viajeros de un siglo que está
viejo
pródigo en obsesiones y ruinas y tapujos
hábitos y confianzas y utopías
que hicimos con amor / deshicimos con saña
cuando acabe este siglo y nazca el otro
quizá nos falte el aire envejecido
al que estábamos tan acostumbrados

somos los exiliados de lo nuevo
sin autorización ni privilegios
sueltos en los meandros del azar
con las viejas nostalgias aprendidas
los mejores rencores malogrados
pero con la tristeza refrescante
por imborrable y por conmovedora
que es de nosotros porque fue de otros
de todos y de uno

el siglo no borró las confusiones
siguen plomizas frágiles mezquinas
con insomnios macizos / fuera de época
los sueños otra vez desmantelados
y la niebla virtual que impide vernos
cara a cara en el tiempo de las paces

cada siglo es un mito o un escándalo
pero sólo al final nos deja atónitos
sin saber qué ocurrió / qué está ocurriendo
qué dejamos atrás en los jamases
cuál es el mundo real / el que se apaga
o el que nos deja el corazón sin dioses

somos los emigrantes / los pálidos anónimos
con la impía y carnal centuria a cuestas
dónde amontonaremos el legado
de las preguntas y perplejidades/
quién nos amputará las discrepancias/
en qué muelle en qué azar en qué crepúsculo
destaparán su siglo los venales
para brindar por íntegros y libres

fuimos los centinelas de la basura fósil
la que echaron al mar / la que olvidaron
y nos espera la basura fresca
la que perdonarán o harán ceniza

cuando despunte el sol de los presagios
no servirá la antigua contraseña
y vos y yo seremos sospechosos
como sobrevivientes del suicidio /

apenas si nos queda un racimo de días
y otro de noches con su cielo en llamas

pronto vendrán los locos del poder
refinados / desleales / un poquito caníbales
dueños de las montañas y los valles
de las inundaciones y los sismos
esos abanderados sin bandera
caritativos y roñosos
traje cartas favores exigencias
para envainar en el buzón de tiempo

de allí saldrán con tímidos destinos
hacia el futuro y sus provocaciones
a las busca de algún inecontrable
sea pozo de amos o cima de odio

en el buzón de tiempo cantan pájaros
baladas de quizás / pronósticos de lluvia
se corresponde la correspondencia
con el censo de miedos y corajes

en el buzón de tiempo las palabras
se fraccionan en sílabas y llantos
otras se juntan como peces
que huyeron de su orilla
y algunas más se reconocen
en las navajas del silencio

tengo los pies desnudos para entrar en el
siglo
y el corazón desnudo y la suerte sin alas
vamos a no estrenarlo con quimeras
exangües
sino con el dolor de la alegría









somos tristeza
por eso la alegría
es una hazaña

Mario Benedetti


O decir que había de ser en un domingo por la tarde es como querer pensar que no pudo ser de otra manera. Como querer abarcar en un sólo desamparo todo el área de la tristeza.

Claro está que pudo ser cualquier día. Y decir que este lunes sombrío está por amanecer, que se ha quedado varado en un domingo por la tarde, no significa otra cosa que el intento de explicar este estupor repentino ante lo obvio. El dolor que causa el dato, la pura anécdota. La pesadumbre ante lo absurdo hecho ley.

Benedetti significa benditos en italiano. Y esta cualidad que nos regala es la que hoy nos hace estremecer. La obra ahí queda.

Esta tarde yo lloro por el hombre. Ante un cielo gris desestrellado
con helicóptero y sin dios


cuando me entierren
por favor no se olviden
de mi bolígrafo



 
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viernes, 8 de mayo de 2009

Mara

Tras largo, historiado y torpe deambular a la deriva no encuentro manera de hallar cabina telefónica operativa en mil noches a la redonda. Tampoco me quedan fichas, aquí, en el norte, con estas ganas de hablar por hablar. Claro que, tampoco iba a pillarte ya en las ondas. Hasta el viejo transistor que últimamente venía usando de orejera boreal, ha mutado milagrosamente en móvil; y me informa que el programa ya hace años que se dejó de emitir. Y es un hecho que nunca coicidiremos en esquina alguna, en una esquina cualquiera.

Como al móvil aún le queda algo de batería, vuelvo a llamar.

-¿Ah, no? Pues vaya, eso me temía yo-, le comento en tono rezagado a la operadora.
-Pero corra, corra usté a la tele, hombre, que apenas es media noche y a eso de las doce y cuarto, un poquito más tarde...- Sí, ya sé, reinará en la 2, como cada noche.

Y corro, corro. Y me trago (¿traigo?) mi mensaje:


Hablar por hablar. No callar nunca.
Decir cualquier cosa. No importa si importa.
Estar. Ser.
Hacerse la ilusión de que uno existe.




 
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¡Qué bonica es! ¿que no?


En fin. Hoy es mi cumpleaños. El de éste, el mío. Y parece que le haya, que nos haya motivado la efeméride regalarme esta inocente impostura; esta simple irreverencia. Inocente, casi. Que son años. Sí.

A mi salud. Música.

miércoles, 8 de abril de 2009

Quatre-vingts ans d'amour





 
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Jacques Brel nació en Schaerbeek, Bélgica, una férrea comunidad cristiana al norte de Bruselas, en el seno de una familia altamente tradicional y acomodada, el 8 de Abril de 1929. Tras una infancia sobreprotegida y sobrealeccionada consiguió escapar y, a los veinte años, rompió vínculos con sus progenitores, sus fábricas y su futuro tenebroso, y se trasladó, con una mano delante y otra detrás, y una guitarra, a París; desde donde proyectó una intensa y desaforada epopeya existencial, al único amparo de sus ansias artísticas y, por lo tanto, vitales.


 
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Desarrolando un inconmensurable legado humanístico y estético que aún hoy está por verificar, reconocer y, mucho menos, asumir (digamos de teología y geometría, vaya). Dejando todo en la cumbre, veinte años más tarde, en que, profesinalmente agotado, decidió retirarse de la "vida creativa" (teatral), para empezar a vivir de verdad. Pasó sus últimos años en las Islas Marquesas, en la Polinesia Francesa; donde se autoempleó de piloto, al mando de su bimotor, para ayudar al comercio de los nativos. Alternando con travesías intrépidas en su velero. Atravesó dos veces el Atlántico; una con su hija Isabelle y otra en solitario, cuando su salud se encontraba ya muy mermada.








 
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Fumador empedernido de la vida, vino a morir en París, víctima de un cáncer de pulmón, a pesar del cáncer de alma, a la edad de 49 años. Su cuerpo está enterrado en Atuona, Hiva Oa, Islas Marquesas ¿donde realmente vivió? a pocos metros de la tumba de Paul Gauguin.



 
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Él sabe que está bien acompañado; solo, en esta, su eterna última cena.


martes, 7 de abril de 2009

Adiós a la sonata

 
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El tema de arietta, cuya idílica inocencia no hace presentir las aventuras y sobresaltos a que está destinado, aparece en seguida y se expresa en dieciséis compases, reducible a un motivo que al final de la segunda mitad surge como un grito del alma. Tres notas nada más, una corchea, una semicorchea y una semimínima. Lo que ocurre con esta suave declaración, con esta indicación melancólica en el curso de su marcha rítmico-armónico-contrapuntística, las bendiciones y maldiciones que su autor lanza sobre estas tres notas, las tinieblas y los resplandores (esferas de cristal, donde el frío y el calor, la calma y el éxtasis son uno y lo mismo) en que las precipita o hacia donde las eleva, todo esto puede ser llamado de muchas maneras, prolijo, maravilloso, extraño, excesivo en su grandeza, y ninguno de estos nombres será el suyo porque en realidad se trata de algo sin nombre. Y Kretzschmar; con sus industriosas manos, ejecutaba esas extraordinarias transformaciones a la vez que iba cantando -Dim-dada- y comentando en alta voz: "Oigan las cadenas de trinos, los arabescos y las cadencias. Fíjense cómo lo convencional se impone. No se trata de eliminar del lenguaje la retórica, sino de eliminar de la retórica la apariencia de su dominio subjetivo. Se abandonan las apariencias del arte, el arte acaba siempre repudiando, las apariencias del arte. ¡Dim-dada! Oigan cómo la melodía queda aquí aplastada bajo el peso del acorde. Se hace estática, monótona. Dos veces re, tres veces re, una tras otra. Los acordes lo son todo. ¡Dim-dada! Fíjense ahora en lo que va a pasar".
Resultaba extraordinariamente difícil prestar atención a sus gritos y a la música, en sí nada fácil, a la que iban mezclados. Hacíamos un esfuerzo para conseguirlo, inclinados hacia adelante, con las manos entre las rodillas, mirando alternativamente sus manos y su boca. El carácter distintivo de la frase es la gran separación entre el bajo y el distante, entre la mano izquierda y la mano derecha, y llega un momento, una situación extrema, en la que el pobre motivo, solo y abandonado, parece flotar sobre un inmenso abismo, un instante de pálida sublimidad, seguido inmediatamente de un gesto de miedo, de espanto y de terror ante el hecho de que semejante cosa haya podido ocurrir. Pero muchas otras cosas suceden y se suceden antes de llegar al final. Y cuando después de tanta cólera, tanta obstinación, tanta tenacidad y tanta jactancia se llega al final, ocurre algo inesperado y conmovedor por su bondad y su dulzura. El manoseado motivo, que se despide de nosotros y se convierte él mismo en despedida, en un gesto y un grito de adiós, adquiere aquí una ligera ampliación melódica. Entre el do inicial y el re se intercala un do sostenido. Las tres sílabas sonoras se convierten en cinco y el do sostenido que viene a completar la melodía tiene algo de infinitamente emocionante y tiernamente consolador. Es como si una mano amorosa nos acariciara el cabello o las mejillas, es como una última mirada clavada profundamente en nuestra pupila. Es como una bendición sobrehumana después de la terrible sucesión de formas violentas. Un despido al oyente, despido eterno, de tan gran blandura para el corazón que arranca lágrimas a los ojos. Se cree estar oyendo palabras que dicen: "Olvida el tormento", "Todo fue un sueño", "Dios es grande en nosotros", "No dejes de serme fiel". Y de pronto se interrumpe. Una serie de rápidos tresillos preparan la fórmula final, que bien hubiese podido ser la de otra obra cualquiera.
Terminada la ejecución al piano, Kretzschmar no volvía ya a su pupitre de conferenciante. Permanecía sentado en el taburete, en posición idéntica a la nuestra, inclinado hacia adelante, las manos entre las rodillas, y así terminaba, con pocas palabras, su conferencia sobre por qué Beethoven no había añadido un tercer tiempo a su sonata op. 111, dejando que nosotros mismos nos encargáramos de encontar una respuesta a la pregunta, para lo cual bastaba -decía él- haber oído la obra. ¿Un tercer movimiento? ¿Un nuevo comienzo después de tal despedida? ¿Un regreso después de tal separación? Imposible. Ese segundo, enorme movimiento pone a la sonata punto final -y no hay retorno posible. Y cuando se decía "la sonata" entiéndase bien que no se refería precisamente a esta sonata en do menor sino a la sonata en sí, considerada como forma artística tradicional. La sonata terminaba aquí, había sido conducida a su término había llenado su destino y alcanzado su meta, se elevaba y se disolvía- se despedía, en fin. El gesto de despedida del motivo re-sol-sol, melódicamente completado por el do sostenido, era así como había que interpretarlo, como un adiós, igual en grandeza a la obra: el adiós a la sonata.

DOKTOR FAUSTUS. THOMAS MANN.




sábado, 4 de abril de 2009

CUMBRE




Ahora que por fin parece que viene la primavera, se van todos; yo me quedo. Espero visita.

Dicen que, con suerte, a la vuelta de la esquina, los collares cambiarán aquí de perro, a la vuelta de la vuelta; y hasta dicen que, aquí, más de un viejo pitecántropo, aún con mucho pedigrí en sus escamas, sueñe con cambiar de amo. A mí, personalmente, todo ésto me afecta bastante poco; nada, porque mi lumbago emocional ya no tiene escapatoria. Y aún menos, porque ya hace rato que mi única ambición profesional es el sueño de llegar a jubilarme dignamente; lo más en breve posible, y aún me queda demasiado. Pero algo mucho, bastante, porque no dejo tampoco de preguntarme qué contarle a mi heredera. Mi bella heredera.

Única, por la parte que me toca. Depositaria tenaz, inocente, del bienestar agridulce que intento incautarle a golpes de ética trasnochada. Trasnochoide. Trasnochiente.

Se avecinan, sin embargo, de mañana, unos días de crisis amable, y alegre. Y ganas que tengo. Obama no está invitado. Tampoco falta que hace.

El tema menos pensado saldrá en el momento oportuno:

-Ya sé que podría acabar, mal que bien, este último curso de la ESO. Pero a mí lo que me apetece es repetir. Para no dejar de estar con mis amigos.


¿Y qué hago yo?

¿Le canto una canción en francés?


sábado, 28 de marzo de 2009

Debajo de este árbol




A la sombra de este árbol sintético nada es del todo irreal, querida. Y tampoco lo contrario.
Aquí la ausencia de brisa se condensa en una cuna aletargada que mece fantasmas y predispone al ensueño en esta hora de esperanzas naufragadas; en un eterno viaje desde lo que no comienza ya, hacia lo que nunca acaba.
El atardecer se filtra, declinando a través de los abismos a media clausura de la persiana, picada de viruela. El ocaso se concreta a mis espaldas en una lámpara opaca, que anochece proyectando remotas presencias sobre el líquido cristal, en el que miro y no veo; y a veces también me veo.
Es la hora en que salen a nadar chapoteantes, esperpénticos perfiles; acrecentada su danza por la humedad polvorienta del aire estancado. La hora de vivencias compartidas de una soledad exquisita. Palpitar alucinado y siniestro de una memoria a dos planos. Incontrastable inventario.

Certidumbre febril de lo que nunca fue.
Pero es.

Y me felicito en vos.


lunes, 23 de marzo de 2009

GRACIAS

 
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LXXVI


De la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.

En nombre de esa pura
que sabía mirar hasta ser 2.

En nombre de que la fuí extraño,
llave y chapa muy diferentes.

En nombre della que no tuvo voz
ni voto, cuando se dispuso
esta su suerte de hacer.

Ebullición de cuerpos, sinembargo,
aptos; ebullición que siempre
tan sólo estuvo a 99 burbujas.

¡Remates, esposados en naturaleza,
de dos días que no se juntan,
que no se alcanzan jamás!


de TRILCE. César Vallejo.


jueves, 19 de marzo de 2009

Anexo dos

Anexo uno

Nit de foc

Hoy la premisa es quemarlo todo.

Mañana...Dios dirá...tocará barrer. Limpiar. Hacer como si nada.
Despertar. Seguir haciendo acopio de fantasmas.

Tenemos pólvora para rato. Lo esencial no es lo que se queme.

Sino el fuego.

Facking night.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Primavera durmiente

O cuando una palabra vale más que mil imágenes.







 
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"Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos"


NERUDA


 
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lunes, 2 de marzo de 2009

La conjura de los necios

CURRICULUM VITAE (al estudio de un consenso óptimo)



Carga genética: Predador.

Antecedentes: Masacres varias.

Estado actual: Ausencia de ideal.

Orden social: Eso no se pregunta.

Memoria histórica: Abducida.

Potencial afectivo: Privado.

Capacidad de estímulo: Óptima, pronta, agresiva. Asaz.

Tendencia política: Reconocible.

Profesión: Candidato.

Valor conceptual: Demócrata.

Tesis: Entre todos ganaremos y pondremos orden; por este orden.

Resultado de la encuesta: El pueblo responde. Por lo menos la mitá.

Futuro: Predecible.

Moraleja: "Partiendo de la nada.......................". Marx.






No os perdáis el desarrollo de los temas, después de las repeticiones. A partir del 03:50.

Es puro Dostoyevsky.

O Picasso.




domingo, 22 de febrero de 2009

MASCARADA

Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a quitarme el disfraz de Juantenorio. Quiero decir: los pantaloncitos abombados, los escarpines; el raído corpiño de felpa, los leotardos prestados; la txapela con pluma y la espada.

Hoy, que es carnaval, me mueve una urgencia loca de quedarme en pelotas e invitar a todo el mundo a mi casa; para ver si soy capaz de reconocer a Doña Inés, luz de donde el Sol la toma, aunque venga disfrazada de monjita.

La fiesta es en mi casa. Sí, esa casa lúgubre, enorme y deshabitada que hoy abre sus puertas hasta que salga el sol por donde quiera.

¡Oh, benvinguts!


lunes, 16 de febrero de 2009

16 F




A la una y media en punto miró de reojo a ambos lados y apagó el ordenador. Dos segundos más tarde ya se había encerrado en el lavabo. Se afeitó, se perfumó y guiñó un ojo pícaro al espejo mientras se acababa de ajustar el nudo de la corbata.

El hotel, como todo en su ciudad, quedaba cerca de la oficina; así que se lo tomó con tranquilidad dando un pequeño rodeo. Era un lunes luminoso de invierno y los álamos del Bulevar exudaban un enervante aroma a primavera anticipada, bajo un sol de regalo. Tuvo tiempo aún de entretenerse por los puestos de flores del mercado; escogiendo, de entre todo un estallido de color, ese solitario ramillete de violetas.

Como tenía previsto, llegó a la suit el primero. Abrió todo de par en par y se asomó a la bahía. Desde el balcón la divisó a lo lejos, sorteando diligente la muchedumbre de cuerpos que a esa hora atascaba el paseo. ¡Como para no distinguirla!, sonrió: Un vestido rojo muy corto, ajustadísimo; medias negras y zapatos rojo chillón de un tacón desacostumbradamente alto y, rubricando el conjunto, unas gafas de sol enormes con montura roja; colgando del brazo, una extemporánea cestita de mimbre prestaba un toque campestre al cuadro, como si de una perversa Caperucita se tratara. A un suspiro por delante, la sonrisita inquieta de los labios, rojamente perfilados, parecía delatar expectativas de un sin fin de besos urgentes, esperando a ser robados.

El primero, atropellado y breve, la recibió en la misma puerta, como intercambio a las flores. El segundo, algo más dialogado, le supo a salvoconducto para que él accediera a la cestita, cargada de esquisiteces. Comieron de picnic sobre un mantel a cuadros; se rieron como adolescentes recordando el día en que se conocieron y brindaron con champán, disimulando una sonrisita socarrona al constatar en sus respectivos anulares el pálido surco que delataba presencias ocultas de oro. Tuvieron tiempo, pero no se desnudaron. El baño era de lujo, pero ni entraron. Se olvidaron de abrazarse, pero no les importó. Tras el penúltimo beso recogieron trastos y se fueron, cada uno a su trabajo.



El resto de la jornada se hizo interminable, entre taquicardias y hormigueos. Como de costumbre, él llegó a casa tarde. Del cuarto de baño emanaba un vapor perfumado que se entreveraba con un canturreo plácido, un arrítmico chapoteo entrecortado. Los niños estarían ya durmiendo. Fue a besarlos.

Se deshizo a trompicones de la ropa y corrió a sumergirse en la bañera, donde lo esperaba su mujer entonando cantos de sirena; hasta el cuello de agua tibia, perfumada con pétalos de violeta.





domingo, 8 de febrero de 2009

JALEA IRREAL

 
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No se trata de escalar el Everest. Los más bravos y heroicos pechos ya se han partido el alma a golpes de hielo y roca para alcanzar la cumbre más alta. Y una vez allí, el mundo a sus pies y los pulmones bañados en cielo, estirarse de puntillas todavía y dar saltitos de impotencia para comprobar que la luna se mantiene igual de inalcanzable. Aún más redonda, más fría, más lejana si cabe; aún más clara.

Tampoco parece una buena idea hacerse astronauta. Más allá de la atmósfera-matriz se detiene el segundero y la existencia se reduce a una etérea suspensión entre monstruosos relojes congelados en la nada. De qué sirve entonces alcanzarla, alunizarla, pisarla, habitarla; si te encuentras atascado al borde de un parto interrupto, abrazando un siniestro cordón umbilical sintético y gritando desconsolado a esa hermosa bola azul que gira sobre sí misma: ¡MAMÁÁÁÁÁÁÁ.................! ...nada de eco.

Y mucho menos se trata de zambullirse desnudo en el lago Titicaca, donde la inmensa esfera de plata no es más que un reflejo que se ablanda y se dispersa, huye, al cortar la superficie del agua; para volver al instante a recomponerse, intacta. Mientras, uno continúa su viaje a contra fuelle, empecinado, sumergiéndose más y más tras el rastro de esa diminuta perla blanca que brilla en el fondo, para acabar comprendiendo, demasiado tarde, que no tiene nada de selenio. Que es puro calcio y se parece demasiado a su propia calavera.

No. No se trata de nada de esto. Es más, no hace falta ni salir de casa.

La jalea irreal no es real, como su nombre indica; pero es jalea, y jala. Apenas se requiere un poquito de constancia y un mucho de fantasía. A la luna hay que pescarla sin que quiera darse cuenta. Si yo lanzo un hilo por mi lado, y tú lanzas otro hilo de tu lado, tal vez Ella se vaya dejando poco a poco engatusar; vaya cediendo en altura y regalando en distancia. El secreto está en no dejar de hablarle, de cantarle a dos voces; aunque éstas no estén del todo sincronizadas, Ella, la luna, las percibirá desde su tiempo con ese mágico efecto del estéreo atomizado y se sentirá más arropada y por lo tanto más dócil, más confiada.

Sólo entonces, cuando al fin se vea, sin querer, aterrizada, y pose su inmensa mole reluciente sobre mi ventana, te convidaré a mi messenger, para festejar contigo esta dulce luna llena conquistada. Y entonces sí, día a día, iremos entre los dos poco a poco, tarde a tarde, vaciándola.

A besos. A sorbos de noche y alba.



Claro. Y después, nos operamos.


martes, 3 de febrero de 2009

EL BESO ( síndrome tripolar )

-PRIMAVERAS

Marta es una pesada y una asquerosa. Ya es bastante rollo tener que sentarme a su lado en el pupitre pero, encima, se me pega siempre en el recreo como una lapa y no me deja almorzar tranquilo. Yo me aguanto y le sigo la corriente porque ya sé que la pobre se gusta de mí. No es ningún secreto; las gemelas Hurtado que son sus mejores amigas lo han largado por toda la clase, y nos señalan con el dedo y se ríen como idiotas.

Pero está arreglada Marta si se cree que me voy a hacer su novio. Es simpática y muy lista y me ayuda siempre en los quebrados, pero no me gusta nada; es un palo de escoba con trenzas y tiene la frente llena de granos. Yo cuando se pone tonta y me dice cosas raras sólo tengo ganas de salir corriendo.

El martes se pasó de la ralla y yo me fui y la dejé ahí plantada. Nada menos que le dio por chupetearme los morros y al mismo tiempo me puso la mano ahí ¡PUAJJJ qué asco! Corrí a lavarme los dientes pero no se me quitó ese gusto a chicle del aparato que lleva en la boca.

Desde ese día no me mira. Y yo tampoco le hablo porque estoy mejor así. Además no pienso perdonarla hasta que se me cure este dolor de tripa.



--LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUERDEN


Nano, no veas qué rollo más chungo con la pava esta. Me pilló baja la guardia el día que se me ocurrió sentarme a su lao en la autoescuela. Me ha cogido una querencia que no hay manera de salir solo al descanso a tomarme mi birrita con panchitos. Yo la invito, claro; uno es un caballero y además canta a colgá que no veas. No te lo pierdas que somos el culebrón de la peña y hasta hay un par de amigas monguis que nos miran con cara de borrego degollao.

Pero lo tiene claro esta piba si se piensa que se va a salir con la suya. Y no es que lo lleve mal, qué va, ya te digo yo que si no fuera por ella no acabaría ni un test; pero si la vieras, es una jirafa y además no tiene tetas. Se le ve a la milla que me quiere arrinconar contra las cuerdas.

El otro día saltó la liebre. Aprovechando que estábamos solos en el descansillo le faltó tiempo pa meter mano a la pana y enchufarme el pico como un calamar. A mí ¡te imaginas! Pero yo, controlando, me sequé los labios con la manga de la chupa y la dejé allí tirada.

Estos días anda un poco rara, como alucinada. Pero yo como si nada, castigando. El marrón es que la miro y me acuerdo de aquello. Ná, dos salivazos. Pero se apodera de mí un muermo que me veo yo que suspendo otra vez el teórico.


---ME LO DECÍA MI MADRE

Cuando uno va levantando cabeza siempre llega alguien que lo desbarata todo. Y esa idea tan macabra de intercalar por sexos las habitaciones; claro, le tenía que tocar a mi lado precisamente a ella, pared con pared. Así no hay quien duerma. Menos mal que hay pestillo. Lo peor son las comidas; ya de entrada yo procuro madrugar más que nadie para llegar al desayuno el primero, pero aún no me he sentado y ahí viene ella, bandejita en mano y con una sonrisa fresca que a saber que aviesas intenciones esconderá. No hay duda de que me persigue, pero al fin y al cabo somos compañeros de cursillo y no tengo más remedio, no vaya a tomarme por un mal educado, que invitarla a sentarse conmigo. El grueso del grupo no tarda en aparecer. Y hay que ver las sonrisitas socarronas, y las maldades que pueden estar susurrándose al oído.

Aunque ella no me conoce. No sabe con quién se la juega. Bien es verdad que se la ve especialmente dotada para esto del marketing (lo que me da que pensar quién me mandaría a mí meterme en estos berenjenales) y, puestos a sufrir, no pocas habilidades y recursos aprendo con su charla; aunque carezca de su frescura, casi diría descaro, ni pueda lucir un talle tan agresivo. Y digo agresivo porque me apunta a mí, directamente.

Pero hasta ahí podíamos llegar. La otra noche, con la excusa de prestarme un libro muy famoso sobre la inseguridad y cómo darle la vuelta se coló en mi habitación. Tonto de mí, cuando me pude dar cuenta ya la tenía encima, babeándome la cara y buscando no sé qué por mis bolsillos. Por fortuna me pude fajar de un brinco y correr al primer lugar seguro que se me ocurrió: su habitación. Y ahí me encerré con pestillo.

Ahora ella duerme en mi cama y yo sobre su alfombra. Pero lo peor es que aquí todo me recuerda el incidente, y no logro apartar de mí ese salvaje tufillo de mi agresora. Lo que está claro de momento es que no podré atreverme a cruzar esa puerta hasta que empiece a beneficiarme de los efectos de la medicación; a la que me he visto obligado a volver a recurrir.




Existe una cuarta versión, pero resulta tan vulgar que mejor me la callo. Porque, como dijo San Agustín: "Yo soy tres, y estoy en cada uno de los tres por completo.".

O eran dos......o eran cuatro....O no era San Agustín?...ooooooo....ufff¡qué sueño me está entraaaaaa...aaannn.......nndddzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz



sábado, 31 de enero de 2009

Paisaje interior

Huerto compacto, penumbra leve de clausura. Recogimiento y encierro. Calma.

Sobre la mesilla de noche una lámpara apagada, un reloj de pulsera y un viejo metrónomo de pirámide coronado azarosamente con unas medias de seda. La tímida voz de un clarinete, garabateando con desgana desde un extremo alejado, se amalgama con el ocre retrogusto de la cera en combustión, confiriendo a la atmósfera una densidad turbia y dulzona, de habitación sumergida. Un raquítico galán de noche aporta cierto toque impertinente, como un esqueleto abandonado al borde de la cama, desde donde se desprende un rumor amortiguado, un opaco ronroneo, como una intangible brisa. Por los suelos, ropa amontonada.

Dos luceros pendulean navegando a la deriva por el largo de la almohada, emergiendo como antorchas de entre una densa maraña; un palpitante amasijo en el que se intercalan hebras de ébano y briznas de paja. Dos pupilas dilatadas que devoran sin espasmo el tenue resplandor que reverbera en los muros, salpicado de luciérnagas desenfocadas levitando sobre racimos de velas que se multiplican al calor de los espejos. Y hay un tímido roce; un sutil mariposeo de pestañas que desprende y desparrama diminutas gotas de lava sobre una frente clara, acrecentada, moteada de estrellitas.

Los párpados son sellados brevemente con un fino lacre de espuma. Una ola de punta afilada desciende en barrena hacia la garganta, celebrando un cráter, hollando pautas en las mejillas alborotadas. Y allí se embisten las bocas, en el delirio balsámico de fundir dos salivas encontradas, pujando por declamar rimas aparatosas en franca guerra poética; groseros endecasílabos cargados de consonantes.

Las rodillas ceden, las piernas se alargan. Una nuca doblegada se deja vencer por la muelle hondonanda del colchón, mientras la otra resbala; cae, girando sobre sí misma, sorteando orografías encrespadas a la busca del anillo de Saturno. Escala lomas y bordea cordilleras, aferrándose a las cumbres con los dientes; pero es inútil, sigue cayendo absorbida por una fuerza centrífuga que le arrastra hacia su vórtice; un centro, una lanzadera de despegue. Plataforma lunar que se acomoda todavía, y se abre a las orugas secantes de unos labios encendidos.

En el techo, mutantes sombras fagocitan los débiles estertores de unas pocas velas moribundas.


martes, 27 de enero de 2009

Subterráneo Dos

Lo he rehecho casi por completo. O, al menos, le he dado la vuelta.

Supungo que será por la influencia de algunos artículos en los dominicales, pero a mí, me gusta más así. Y conste que Poe no tiene nada que ver en el asunto.

¿Qué opinan vuesas mercedes?


Dado como era a crecerse en las adversidades cotidianas, ni se molestó en acelerar el paso para alcanzar el bus. El último bus de la noche, según informaba el cartelito pegado a la marquesina. Eufórico y excitado, recién llegado, se regodeó en la idea, poco plausible, de que nada mejor para conocer la gran ciudad que empezar por sus entrañas.

- Esta noche puede pasar algo - se dijo, dejándose engullir por esa boca de metro que se abría a su paso, misteriosa y lúgubre, como una atracción de feria - ¡ESTA LÍNEA ESTÁ A PUNTO DE CERRAR, OIGAAAAAAA! - . Y sin escuchar, como un niño en la feria, los ojos de par en par, comenzó a sumergirse ufano, semiarropado por una tenue luz amarillenta, firmemente amarrado a las cintas transportadoras de una interminable trama de escaleras mecánicas, a derecha e izquierda; presintiendo poco a poco cómo su proverbial euforia iba a ir perdiendo fuelle, según él iba ganando en profundidad, y en años. Lo cierto es que por allí no se veía un alma y él comenzó a sentirse como la última presa de una descomunal serpiente que tardara demasiado en deglutirlo.

- Parece que el Purgatorio se encuentra desierto a estas horas - sonrió para sus adentros con la ingenua pretensión de distraer un alarmante arrebato de inquietud que venía, sin duda, orquestado por ese ensordecedor zumbido, que no parecía ser otra cosa que el eléctrico tamiz del más absoluto silencio. - Después de todo (siguió, cada vez más alterado) parece que el Purgatorio tiene alma; respira - . - Sí, y transpira, se respondió, a juzgar por los chorritones grasientos que entristecen el obsesivo alicatado minimalista de los muros, que alguna vez fueron blancos -.

- Pero no hay pasadizo que cien años dure -, se resistía a perder los nervios. Y sin duda tras estos últimos peldaños se abre un suelo firme que conduce a una atmósfera más limpia, a una luz más clara; a otro lugar de encuentro en este inmundo hormiguero. A una estación. Pues claro. Tras unos minutos - que le parecieron años - de alucinado descenso, pudo pisar ese suelo que le condujo al andén. También deshabitado.

- Un poco tétrico como lugar de encuentro -, se dijo para entretener el tiempo, que parecía haberse inmovilzado en aquella estación sumergida y solitaria, mientras iba familiarizándose con bellas señoritas semidesnudas y sonrisas excesibas de niños muy bien vestidos; todo mezclado. - A ver...de momento, seres vivos uno, yo. Movimiento de trenes, cero...¡JJJAAAAAAAAAAA!-...La tremenda risotada le devolvió un macabro coral de voces semejantes a la suya.

A punto estaba ya, desesperado, de entablar conversación con las fotos cuando lo sobresaltó la sensación de un rumor lejano; algo parecido a unos chasquidos metálicos, amortiguados, apagados; como provinientes de otra dimensión. Se precipitó agitado hacia las escaleras. Allí, la tenue luz amarillenta había sucumbido a la oscuridad, dando paso a una suerte de ojos rojos, muy inquietantes, que conferían a la caverna una atmósfera infernal. - Éeeeesto yaaa no eeees el Purgatoooorio-...y en lo que dura ese pensamiento ya había trepado, fuera de sí, todo el tramo de escaleras por el que le costara tanto sumergirse hace apenas uno momento; para comprobar, presa del delirio, que sus sospechas no andaban nada mal encaminadas.

A la mañana siguente encontraron, anudadas a la verja de entrada, una flamante armadura y unas alas. Del cuerpo no se supo nunca nada.




 
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sábado, 24 de enero de 2009

Lectura

"Era invierno. Una hilera de bombillas desnudas, desprovistas del menor asomo de tibieza, iluminaba el pequeño andén azotado por el viento. Había llovido esa tarde, y en el edificio de la estación los carámbanos colgaban del alero como los malignos dientes de algún monstruo de cristal."

Árbol de noche. TRUMAN CAPOTE.







Ahí tú.
Yo aquí.
Qué fácil resulta a veces.

De mi incombustible luna se desgajan dignas sombras desoladas
que se impelen a mimetizarse de una en una con los más toscos chaflanes huidizos.
Improbables posibilidades de talar algún árbol perenne, ya de altura descuajado, des-selenizado,
presumiblemente condenadas a claudicar (mis sombras) entre matojos deshauciados de rocío, secamente miserables.

Alto allí yo. Tú siempre aquí.
Còmo sopla el viento en algunas ocasiones.

A la sombra de tu sol brotan capullos a miles de pares
que pujan por airearse al humo sobreseído de las más dulces cloacas.
Prominentes proyectos de juncos flexibles, desamparados, des-arracimados;
reos de una impar amputación que, inconscientes (los juncos), se sometan a esta li-locuaz margarita, impune. Inocente de intemperies.

Y que conste que el viejo reloj de cuco no ha parado de rezar;
algo ajeno, claro; severamente impecable. Doblemente impertinente.

Puede que sea por eso, que me digo yo, que quizá tú, siguas allí.
Que siga aquí, sabes, yo también, por tanto.
Y me digo...que cómo es posible que sea una cosa
tan difícil que es que no pudiera ser de otra manera.

Que sea, sigo diciendo, tan tremendo. Tan terrible, tan hermoso.
Tan moderno, tan sublime, tan gozoso.

Tan asín, tan vinculante.

Tan inútil, desnudarse.




sábado, 17 de enero de 2009

Subterráneo

Dado como era a crecerse en las adversidades cotidianas, ni se molestó en acelerar el paso para alcanzar el bus. El último bus de la noche, según informaba el cartelito pegado a la marquesina. Eufórico y excitado, recién llegado, se regodeó en la idea, poco plausible, de que nada mejor para conocer la gran ciudad que empezar por sus entrañas.

- Esta noche va a pasar algo - se dijo, dejándose absorber por esa boca de metro que se abría a su paso, misteriosa y lúgubre, como una atracción de feria - ¡ESTA LÍNEA ESTÁ A PUNTO DE CERRAR, OIGAAAAAAA! - . Y como un niño en la feria, los ojos de par en par, comenzó a sumergirse semiarropado por una tenue luz amarillenta, firmemente amarrado a las cintas transportadoras de una interminable trama de escaleras mecánicas, a derecha e izquierda; presintiendo poco a poco cómo su proverbial euforia iba a ir perdiendo fuelle, según él iba ganando en profundidad, y en años. Lo cierto es que por allí no se veía un alma y él comenzó a sentirse como la última presa de una descomunal serpiente que tardara demasiado en deglutirlo.

- Parece que el Purgatorio se encuentra desierto a estas horas - , sonrió para sus adentros con la ingenua pretensión de distraer un alarmante arrebato de inquietud que venía, sin duda, orquestado por ese ensordecedor zumbido, que no parecía ser otra cosa que el eléctrico tamiz del más absoluto silencio. - Después de todo (siguió, cada vez más alterado) parece que el Purgatorio tiene alma; respira - . Sí, y transpira; a juzgar por los chorritones grasientos que entristecen el obsesivo alicatado minimalista de los muros, que alguna vez fueron blancos.

- Pero no hay pasadizo que cien años dure -, se resistía a perder los nervios. Y sin duda tras estos últimos peldaños se abre un suelo firme que conduce a una atmósfera más limpia, a una luz más clara; a otro lugar de encuentro en este inmundo hormiguero. A una estación. Pues claro. Tras unos minutos - que le parecieron años - de alucinado descenso, pudo pisar ese suelo que le condujo al andén. También deshabitado.

No dejó de agradecer, sin embargo, una súbita expansión de sus pulmones, algo pegajosos ya; como si se encontrara de repente ante un refrescante paisaje montañoso. De hecho, ni siquiera pudo resistirse al impulso de lanzar un berrido, de naturaleza abominable, que hubo de conformarse con una suerte de eco, repetitivo y siniestro. Fue entonces cuando se vio, ya desquiciado, convertido en lo que era; el hombre de las cavernas. Un especimen rupestre transportado a través de los siglos que, tal vez, pudiera seguir distrayéndose en decorar las piedras con recreaciones, asombrosamente realistas, de chicas semidesnudas y niños sospechosamente alegres, junto a sus padres. Y bolsos, y botellas de colonia. Y reclamos de un concepto extraño, llamado euro.

En eso parecía andar, repasando fotos con la yema del índice ensalivada, como si pintara, cuando se le apareció de pronto un tren, sin hacer el más mínimo ruído, en el andén opuesto al suyo. Un tren rebosante de agua, como una enorme pecera llena de mamíferos hinchados y ahogados. Agua que fue derramada en la estación al abrir sus compuertas, y adiós muy buenas, para seguir, sin ruído, su camino.

Agua que dejó el patio lleno de cadáveres. Pero que trajo consigo un curioso animalillo vivo, superviviente, nunca visto por él pero sí adivinado. Una sirena.

Una auténtica sirena suburbana. Que emergiendo el torso de entre el macabro envío y mirándole a los ojos, aterrada, le suplicó en un ilegible idioma, que él, al fin, comprendió:

- ¡¿Dónde estamos?!......... -