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Al norte del sur., Spain
En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.

domingo, 22 de febrero de 2009

MASCARADA

Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a quitarme el disfraz de Juantenorio. Quiero decir: los pantaloncitos abombados, los escarpines; el raído corpiño de felpa, los leotardos prestados; la txapela con pluma y la espada.

Hoy, que es carnaval, me mueve una urgencia loca de quedarme en pelotas e invitar a todo el mundo a mi casa; para ver si soy capaz de reconocer a Doña Inés, luz de donde el Sol la toma, aunque venga disfrazada de monjita.

La fiesta es en mi casa. Sí, esa casa lúgubre, enorme y deshabitada que hoy abre sus puertas hasta que salga el sol por donde quiera.

¡Oh, benvinguts!


lunes, 16 de febrero de 2009

16 F




A la una y media en punto miró de reojo a ambos lados y apagó el ordenador. Dos segundos más tarde ya se había encerrado en el lavabo. Se afeitó, se perfumó y guiñó un ojo pícaro al espejo mientras se acababa de ajustar el nudo de la corbata.

El hotel, como todo en su ciudad, quedaba cerca de la oficina; así que se lo tomó con tranquilidad dando un pequeño rodeo. Era un lunes luminoso de invierno y los álamos del Bulevar exudaban un enervante aroma a primavera anticipada, bajo un sol de regalo. Tuvo tiempo aún de entretenerse por los puestos de flores del mercado; escogiendo, de entre todo un estallido de color, ese solitario ramillete de violetas.

Como tenía previsto, llegó a la suit el primero. Abrió todo de par en par y se asomó a la bahía. Desde el balcón la divisó a lo lejos, sorteando diligente la muchedumbre de cuerpos que a esa hora atascaba el paseo. ¡Como para no distinguirla!, sonrió: Un vestido rojo muy corto, ajustadísimo; medias negras y zapatos rojo chillón de un tacón desacostumbradamente alto y, rubricando el conjunto, unas gafas de sol enormes con montura roja; colgando del brazo, una extemporánea cestita de mimbre prestaba un toque campestre al cuadro, como si de una perversa Caperucita se tratara. A un suspiro por delante, la sonrisita inquieta de los labios, rojamente perfilados, parecía delatar expectativas de un sin fin de besos urgentes, esperando a ser robados.

El primero, atropellado y breve, la recibió en la misma puerta, como intercambio a las flores. El segundo, algo más dialogado, le supo a salvoconducto para que él accediera a la cestita, cargada de esquisiteces. Comieron de picnic sobre un mantel a cuadros; se rieron como adolescentes recordando el día en que se conocieron y brindaron con champán, disimulando una sonrisita socarrona al constatar en sus respectivos anulares el pálido surco que delataba presencias ocultas de oro. Tuvieron tiempo, pero no se desnudaron. El baño era de lujo, pero ni entraron. Se olvidaron de abrazarse, pero no les importó. Tras el penúltimo beso recogieron trastos y se fueron, cada uno a su trabajo.



El resto de la jornada se hizo interminable, entre taquicardias y hormigueos. Como de costumbre, él llegó a casa tarde. Del cuarto de baño emanaba un vapor perfumado que se entreveraba con un canturreo plácido, un arrítmico chapoteo entrecortado. Los niños estarían ya durmiendo. Fue a besarlos.

Se deshizo a trompicones de la ropa y corrió a sumergirse en la bañera, donde lo esperaba su mujer entonando cantos de sirena; hasta el cuello de agua tibia, perfumada con pétalos de violeta.





domingo, 8 de febrero de 2009

JALEA IRREAL

 
Posted by Picasa




No se trata de escalar el Everest. Los más bravos y heroicos pechos ya se han partido el alma a golpes de hielo y roca para alcanzar la cumbre más alta. Y una vez allí, el mundo a sus pies y los pulmones bañados en cielo, estirarse de puntillas todavía y dar saltitos de impotencia para comprobar que la luna se mantiene igual de inalcanzable. Aún más redonda, más fría, más lejana si cabe; aún más clara.

Tampoco parece una buena idea hacerse astronauta. Más allá de la atmósfera-matriz se detiene el segundero y la existencia se reduce a una etérea suspensión entre monstruosos relojes congelados en la nada. De qué sirve entonces alcanzarla, alunizarla, pisarla, habitarla; si te encuentras atascado al borde de un parto interrupto, abrazando un siniestro cordón umbilical sintético y gritando desconsolado a esa hermosa bola azul que gira sobre sí misma: ¡MAMÁÁÁÁÁÁÁ.................! ...nada de eco.

Y mucho menos se trata de zambullirse desnudo en el lago Titicaca, donde la inmensa esfera de plata no es más que un reflejo que se ablanda y se dispersa, huye, al cortar la superficie del agua; para volver al instante a recomponerse, intacta. Mientras, uno continúa su viaje a contra fuelle, empecinado, sumergiéndose más y más tras el rastro de esa diminuta perla blanca que brilla en el fondo, para acabar comprendiendo, demasiado tarde, que no tiene nada de selenio. Que es puro calcio y se parece demasiado a su propia calavera.

No. No se trata de nada de esto. Es más, no hace falta ni salir de casa.

La jalea irreal no es real, como su nombre indica; pero es jalea, y jala. Apenas se requiere un poquito de constancia y un mucho de fantasía. A la luna hay que pescarla sin que quiera darse cuenta. Si yo lanzo un hilo por mi lado, y tú lanzas otro hilo de tu lado, tal vez Ella se vaya dejando poco a poco engatusar; vaya cediendo en altura y regalando en distancia. El secreto está en no dejar de hablarle, de cantarle a dos voces; aunque éstas no estén del todo sincronizadas, Ella, la luna, las percibirá desde su tiempo con ese mágico efecto del estéreo atomizado y se sentirá más arropada y por lo tanto más dócil, más confiada.

Sólo entonces, cuando al fin se vea, sin querer, aterrizada, y pose su inmensa mole reluciente sobre mi ventana, te convidaré a mi messenger, para festejar contigo esta dulce luna llena conquistada. Y entonces sí, día a día, iremos entre los dos poco a poco, tarde a tarde, vaciándola.

A besos. A sorbos de noche y alba.



Claro. Y después, nos operamos.


martes, 3 de febrero de 2009

EL BESO ( síndrome tripolar )

-PRIMAVERAS

Marta es una pesada y una asquerosa. Ya es bastante rollo tener que sentarme a su lado en el pupitre pero, encima, se me pega siempre en el recreo como una lapa y no me deja almorzar tranquilo. Yo me aguanto y le sigo la corriente porque ya sé que la pobre se gusta de mí. No es ningún secreto; las gemelas Hurtado que son sus mejores amigas lo han largado por toda la clase, y nos señalan con el dedo y se ríen como idiotas.

Pero está arreglada Marta si se cree que me voy a hacer su novio. Es simpática y muy lista y me ayuda siempre en los quebrados, pero no me gusta nada; es un palo de escoba con trenzas y tiene la frente llena de granos. Yo cuando se pone tonta y me dice cosas raras sólo tengo ganas de salir corriendo.

El martes se pasó de la ralla y yo me fui y la dejé ahí plantada. Nada menos que le dio por chupetearme los morros y al mismo tiempo me puso la mano ahí ¡PUAJJJ qué asco! Corrí a lavarme los dientes pero no se me quitó ese gusto a chicle del aparato que lleva en la boca.

Desde ese día no me mira. Y yo tampoco le hablo porque estoy mejor así. Además no pienso perdonarla hasta que se me cure este dolor de tripa.



--LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUERDEN


Nano, no veas qué rollo más chungo con la pava esta. Me pilló baja la guardia el día que se me ocurrió sentarme a su lao en la autoescuela. Me ha cogido una querencia que no hay manera de salir solo al descanso a tomarme mi birrita con panchitos. Yo la invito, claro; uno es un caballero y además canta a colgá que no veas. No te lo pierdas que somos el culebrón de la peña y hasta hay un par de amigas monguis que nos miran con cara de borrego degollao.

Pero lo tiene claro esta piba si se piensa que se va a salir con la suya. Y no es que lo lleve mal, qué va, ya te digo yo que si no fuera por ella no acabaría ni un test; pero si la vieras, es una jirafa y además no tiene tetas. Se le ve a la milla que me quiere arrinconar contra las cuerdas.

El otro día saltó la liebre. Aprovechando que estábamos solos en el descansillo le faltó tiempo pa meter mano a la pana y enchufarme el pico como un calamar. A mí ¡te imaginas! Pero yo, controlando, me sequé los labios con la manga de la chupa y la dejé allí tirada.

Estos días anda un poco rara, como alucinada. Pero yo como si nada, castigando. El marrón es que la miro y me acuerdo de aquello. Ná, dos salivazos. Pero se apodera de mí un muermo que me veo yo que suspendo otra vez el teórico.


---ME LO DECÍA MI MADRE

Cuando uno va levantando cabeza siempre llega alguien que lo desbarata todo. Y esa idea tan macabra de intercalar por sexos las habitaciones; claro, le tenía que tocar a mi lado precisamente a ella, pared con pared. Así no hay quien duerma. Menos mal que hay pestillo. Lo peor son las comidas; ya de entrada yo procuro madrugar más que nadie para llegar al desayuno el primero, pero aún no me he sentado y ahí viene ella, bandejita en mano y con una sonrisa fresca que a saber que aviesas intenciones esconderá. No hay duda de que me persigue, pero al fin y al cabo somos compañeros de cursillo y no tengo más remedio, no vaya a tomarme por un mal educado, que invitarla a sentarse conmigo. El grueso del grupo no tarda en aparecer. Y hay que ver las sonrisitas socarronas, y las maldades que pueden estar susurrándose al oído.

Aunque ella no me conoce. No sabe con quién se la juega. Bien es verdad que se la ve especialmente dotada para esto del marketing (lo que me da que pensar quién me mandaría a mí meterme en estos berenjenales) y, puestos a sufrir, no pocas habilidades y recursos aprendo con su charla; aunque carezca de su frescura, casi diría descaro, ni pueda lucir un talle tan agresivo. Y digo agresivo porque me apunta a mí, directamente.

Pero hasta ahí podíamos llegar. La otra noche, con la excusa de prestarme un libro muy famoso sobre la inseguridad y cómo darle la vuelta se coló en mi habitación. Tonto de mí, cuando me pude dar cuenta ya la tenía encima, babeándome la cara y buscando no sé qué por mis bolsillos. Por fortuna me pude fajar de un brinco y correr al primer lugar seguro que se me ocurrió: su habitación. Y ahí me encerré con pestillo.

Ahora ella duerme en mi cama y yo sobre su alfombra. Pero lo peor es que aquí todo me recuerda el incidente, y no logro apartar de mí ese salvaje tufillo de mi agresora. Lo que está claro de momento es que no podré atreverme a cruzar esa puerta hasta que empiece a beneficiarme de los efectos de la medicación; a la que me he visto obligado a volver a recurrir.




Existe una cuarta versión, pero resulta tan vulgar que mejor me la callo. Porque, como dijo San Agustín: "Yo soy tres, y estoy en cada uno de los tres por completo.".

O eran dos......o eran cuatro....O no era San Agustín?...ooooooo....ufff¡qué sueño me está entraaaaaa...aaannn.......nndddzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz