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Al norte del sur., Spain
En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.

lunes, 18 de mayo de 2009

Si dios fuera mujer - Mario Benedetti

El dolor de la alegría

EL ACABOSE

Traje los pies desnudos para entrar en el
siglo
esa comarca en clave / todavía ilusoria
vamos a no estrenarla con quimeras
exangües
sino con el dolor de la alegría

la realidad se aviene a su acabose
en cambio la memoria se espabila y se
ordena
la frontera está ahí / pródiga en ceros
con hambre sed condenas asechanzas
y nacimientos ávidos / rompientes/
después de todo creemos en tan pocos
milagros
que no vale la pena enumerarlos

somos los viajeros de un siglo que está
viejo
pródigo en obsesiones y ruinas y tapujos
hábitos y confianzas y utopías
que hicimos con amor / deshicimos con saña
cuando acabe este siglo y nazca el otro
quizá nos falte el aire envejecido
al que estábamos tan acostumbrados

somos los exiliados de lo nuevo
sin autorización ni privilegios
sueltos en los meandros del azar
con las viejas nostalgias aprendidas
los mejores rencores malogrados
pero con la tristeza refrescante
por imborrable y por conmovedora
que es de nosotros porque fue de otros
de todos y de uno

el siglo no borró las confusiones
siguen plomizas frágiles mezquinas
con insomnios macizos / fuera de época
los sueños otra vez desmantelados
y la niebla virtual que impide vernos
cara a cara en el tiempo de las paces

cada siglo es un mito o un escándalo
pero sólo al final nos deja atónitos
sin saber qué ocurrió / qué está ocurriendo
qué dejamos atrás en los jamases
cuál es el mundo real / el que se apaga
o el que nos deja el corazón sin dioses

somos los emigrantes / los pálidos anónimos
con la impía y carnal centuria a cuestas
dónde amontonaremos el legado
de las preguntas y perplejidades/
quién nos amputará las discrepancias/
en qué muelle en qué azar en qué crepúsculo
destaparán su siglo los venales
para brindar por íntegros y libres

fuimos los centinelas de la basura fósil
la que echaron al mar / la que olvidaron
y nos espera la basura fresca
la que perdonarán o harán ceniza

cuando despunte el sol de los presagios
no servirá la antigua contraseña
y vos y yo seremos sospechosos
como sobrevivientes del suicidio /

apenas si nos queda un racimo de días
y otro de noches con su cielo en llamas

pronto vendrán los locos del poder
refinados / desleales / un poquito caníbales
dueños de las montañas y los valles
de las inundaciones y los sismos
esos abanderados sin bandera
caritativos y roñosos
traje cartas favores exigencias
para envainar en el buzón de tiempo

de allí saldrán con tímidos destinos
hacia el futuro y sus provocaciones
a las busca de algún inecontrable
sea pozo de amos o cima de odio

en el buzón de tiempo cantan pájaros
baladas de quizás / pronósticos de lluvia
se corresponde la correspondencia
con el censo de miedos y corajes

en el buzón de tiempo las palabras
se fraccionan en sílabas y llantos
otras se juntan como peces
que huyeron de su orilla
y algunas más se reconocen
en las navajas del silencio

tengo los pies desnudos para entrar en el
siglo
y el corazón desnudo y la suerte sin alas
vamos a no estrenarlo con quimeras
exangües
sino con el dolor de la alegría









somos tristeza
por eso la alegría
es una hazaña

Mario Benedetti


O decir que había de ser en un domingo por la tarde es como querer pensar que no pudo ser de otra manera. Como querer abarcar en un sólo desamparo todo el área de la tristeza.

Claro está que pudo ser cualquier día. Y decir que este lunes sombrío está por amanecer, que se ha quedado varado en un domingo por la tarde, no significa otra cosa que el intento de explicar este estupor repentino ante lo obvio. El dolor que causa el dato, la pura anécdota. La pesadumbre ante lo absurdo hecho ley.

Benedetti significa benditos en italiano. Y esta cualidad que nos regala es la que hoy nos hace estremecer. La obra ahí queda.

Esta tarde yo lloro por el hombre. Ante un cielo gris desestrellado
con helicóptero y sin dios


cuando me entierren
por favor no se olviden
de mi bolígrafo



 
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viernes, 8 de mayo de 2009

Mara

Tras largo, historiado y torpe deambular a la deriva no encuentro manera de hallar cabina telefónica operativa en mil noches a la redonda. Tampoco me quedan fichas, aquí, en el norte, con estas ganas de hablar por hablar. Claro que, tampoco iba a pillarte ya en las ondas. Hasta el viejo transistor que últimamente venía usando de orejera boreal, ha mutado milagrosamente en móvil; y me informa que el programa ya hace años que se dejó de emitir. Y es un hecho que nunca coicidiremos en esquina alguna, en una esquina cualquiera.

Como al móvil aún le queda algo de batería, vuelvo a llamar.

-¿Ah, no? Pues vaya, eso me temía yo-, le comento en tono rezagado a la operadora.
-Pero corra, corra usté a la tele, hombre, que apenas es media noche y a eso de las doce y cuarto, un poquito más tarde...- Sí, ya sé, reinará en la 2, como cada noche.

Y corro, corro. Y me trago (¿traigo?) mi mensaje:


Hablar por hablar. No callar nunca.
Decir cualquier cosa. No importa si importa.
Estar. Ser.
Hacerse la ilusión de que uno existe.




 
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¡Qué bonica es! ¿que no?


En fin. Hoy es mi cumpleaños. El de éste, el mío. Y parece que le haya, que nos haya motivado la efeméride regalarme esta inocente impostura; esta simple irreverencia. Inocente, casi. Que son años. Sí.

A mi salud. Música.