Son las cinco de la tarde...parece que comienza a oscurecer...me asomo a la ventana, debe haber como veinte pisos...vértigo, cierro...efectivamente, son más de las cinco de la tarde...ya casi es de noche, acabo de despertarme, y no sé dónde estoy.
De repente, un ruido ensordecedor procedente de la calle me empuja de un salto hacia el enorme ventanal. No puedo creer lo que veo: un helicóptero se columpia guasón a lo largo de la cristalera...claro...empiezo a recordar...
A las doce de la noche...¿anterior?...despegaba de Barajas el gigantesco airbús que nos conduciría a Sao Paulo; ya llevábamos a la espalda otro vuelo desde Bilbao y una hora y media de autobús desde Donosti; sueño? cansancio? Para nada; más bien bulla y algarabía (la tripulación nos recuerda amablemente que aparte de una orquesta sinfónica, también viajan personas) y ese excitante hormigueo de quien está a punto de sobrevolar millas y millas de océano; en la noche oscura, metido en una especie de tubo de profidén. Claustrofobia...A mi colega el Olaf, siempre le toca sentarse al lado de la más guapa, una morenaza del trópico, sin duda; se le ve muy ilusionado. En cambio, a mí, me ha tocado una especie de Carliños Brown, experto en percusiones y ritmos afros. Muy hablador y firmemente capaz de acabar con las existencias de cerveza de una travesía trasatlántica. Miedo...
...O sea, que estoy en Sao Paulo. El hotel es monumental; tiene de todo, según explica el hollywoodiense libro de bienvenida. Caja de seguridad, ojo...Recuerdo haber desayunado como un tigre a eso de las ocho de la mañana...¿siguiente?...y haberme metido en el sobre, sin más preámbulos, a olvidarme de todo.
¿Y ahora qué? ...Mañana no curramos, se está haciendo de noche y tú estás, solo en tu habitación granhotel de Sao Paulo. Pues nada, a grandes males, los remedios del abuelo: Orfidal al canto, y a seguir olvidando..................Y, claro; estás en el trópico, chaval. Aunque son las seis y media de la madrugada, luce un sol de la puta madre; y de dormir, ya te vale ¡Vamos a ver los avioncitos!...
...Pero no son avioncitos...éstos que se columpian ahora, macabramente, sobre el cielo de la metrópoli son pájaros de rapiña. Mejor me ducho primero. Pero no, siguen ahí, planeando, como en una pelí de vaqueros. De verdad que jamás lo hubiera imaginado en una gran ciudad.
En fin. Yo me voy a la calle. Pero con cuidado. Me da a mí que aquí, los buitres no pasan hambre.
...O estarán bailando bossa, los avispados...
