Cada vez entiendo menos qué pasa con mis títulos. Yo he escrito "Dedicado". Y sin embargo leo "Al pelo" (éso suponiendo que lea algo.)
Qué más da. Lo importante es que, al menos, no moleste.
Pegadizo. Digo ¡Joder! Dedicado:
Datos personales
- Misántropo
- Al norte del sur., Spain
- En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.
martes, 30 de octubre de 2007
domingo, 28 de octubre de 2007
एल सोल नो तिएने कुए देफेन्देरसे
O lo que es lo mismo (yo no sé qué pasa):
EL SOL NO TIENE QUE DEFENDERSE.
Sigue ahí, manteniendo su rango, agonizando, a su bola. Ajeno.
Sin embargo hay quienes no desesperan de intentar ajustarlo, quizá apretarle las tuercas; y claro, cuanto más se empeñan, más se despeñan.
Hoy es, según dicen, su día. Será seguramente por éso, por celebrarlo, que se han propuesto hacerlo madrugar, otra vez. Y bueno, Él (que inventó el concepto) madruga primaveral, todo chulo, esta noche, la más larga del otoño, donde menos se esperaba que lo haga. Y así de paso nos vuelve a aclarar que lo realmente largo (ancho, bajo, cabe) del Domingo no es la noche, sino el día: la tarde. Esa hora tonta de la tarde que se instala desde que amanece, y acaba por definir la propia esencia del domingo, dure lo que pase. Hoy, con luz rabiosa; aquí, donde menos se la espera.
O sea, que el jet-lag que se avecina es nuestra suerte. Y esa enorme y macabra mueca, más coloraota que lunática, que aquí nos llega todavía casi llena, y nos regala a destiempo, no es otra cosa que su amigable, y cómplice, declaración de no-intenciones.
Ésto, ya se sabe, pasa todos los otoños; y uno, a fuerza de octubres, se lo va viendo venir...Y haciéndose como que se acomoda.
Al aparato, Haydn. Todo el rato.
Y yo, sin descolgar. Intentando querer no darme cuenta de que, a veces, el infierno no son los demás.
EL SOL NO TIENE QUE DEFENDERSE.
Sigue ahí, manteniendo su rango, agonizando, a su bola. Ajeno.
Sin embargo hay quienes no desesperan de intentar ajustarlo, quizá apretarle las tuercas; y claro, cuanto más se empeñan, más se despeñan.
Hoy es, según dicen, su día. Será seguramente por éso, por celebrarlo, que se han propuesto hacerlo madrugar, otra vez. Y bueno, Él (que inventó el concepto) madruga primaveral, todo chulo, esta noche, la más larga del otoño, donde menos se esperaba que lo haga. Y así de paso nos vuelve a aclarar que lo realmente largo (ancho, bajo, cabe) del Domingo no es la noche, sino el día: la tarde. Esa hora tonta de la tarde que se instala desde que amanece, y acaba por definir la propia esencia del domingo, dure lo que pase. Hoy, con luz rabiosa; aquí, donde menos se la espera.
O sea, que el jet-lag que se avecina es nuestra suerte. Y esa enorme y macabra mueca, más coloraota que lunática, que aquí nos llega todavía casi llena, y nos regala a destiempo, no es otra cosa que su amigable, y cómplice, declaración de no-intenciones.
Ésto, ya se sabe, pasa todos los otoños; y uno, a fuerza de octubres, se lo va viendo venir...Y haciéndose como que se acomoda.
Al aparato, Haydn. Todo el rato.
Y yo, sin descolgar. Intentando querer no darme cuenta de que, a veces, el infierno no son los demás.
domingo, 21 de octubre de 2007
प्लानो त्रिदिमेन्सिओनल् (*)
(*) El título es "Plano Tridimensional". Aunque no lo parezca. (da la impresión de que blogger anda hoy un poco indio)...en fin, como si nada.
A lo que voy:
Son palabras que, me hago cargo, a duras penas podrían darse amigablemente la mano. Desde luego mi colega el del espejo no mira con demasiado optimismo mis esfuerzos por acomodarme el sombrerito, a punto de ser adquirido con toda la ilusión del mundo. Me replica a cada movimiento, llevándome abiertamente la contraria. Se diría que lo pasa bien.
Pero es el colmo. Si se me ocurre ladearlo ligeramente a la izquierda él acaba ya de hacerlo a la derecha, insinuando una sonrisita maliciosa que da al traste con las pocas ganas que tengo yo de sentirme nada Bogart. Si es al revés, lo contrario. Responde puntualmente a mi sensación creciente de ridículo extemporáneo, sin la menor contemplación; alcanzando ya tesituras de escándalo en el momento en que me da por ensayar un look más relajado, tipo cow-boy, doblando el ala hacia atrás y dejando totalmente despejada la frente y sus aledaños. La estridente carcajada resuena al unísono, automática. Por el contrario, si opto por alisar la visera y encasquetármelo hacia delante, me escatima el gesto por completo; limitándose a dejar suelto el vertiginoso fuelle de su abdomen saltarín, y algo budista.
Es la mía. Tengo el tiempo justo para aprovechar la inercia que eso siempre le produce para probarme, en privado, esa preciosa americana de piel tan suave, verde caimán oscuro, putísima, que me ha hecho frenar en seco a dos palmos de la vitrina; y me ha obligado, como un semáforo, a pasar al interior de la tienda. Vaya, no es nada cara, pero seguro que no me está...Sin embargo ¡ay, máquina de los horrores! aún contra todo pronóstico (ahora que mi alias no me ve) yo diría que me queda como un guante...Ahí el espejo empezó a no saber qué cara ponía. Me faltó tiempo para aprovechar el lapsus y enredarme en el cuello esa hermosa bufanda de terciopelo; y escapar, de un salto, del probador, repudiando a divinis mi espejo, con todito el lote puesto.
-¡Che, le quedá bárbaro!-
...esa voz ligeramente ronca pero tan cálida me da la bienvenida al mundo de los sueños, justo un segundo antes de echarme, amablemente (a ver ¿me permitís?) las manos a la garganta:
-¡Pero noooooooooooo! Así todo el mundo va a pensar que sos europeo. Dale, yo le muestro-
Y en un plís-plás (como un toque de barita mágica), me imprime percha en los hombros, me hace una especie de nudo corredizo en la bufanda, que me hace sentir encorbatado pero no ahorcado y me deja maravillosamente tocado con mi nuevo sombrero...Insisto, magia. Educado, y agradecido, que es uno, hago ademán de estrecharle la mano a tan.....inconmensurable señora, cuando me interceptan dos sonoros besazos al tiempo que aprendo, sin apenas darme cuenta, que lo fundamental del tango es pillarle al pivote la cadencia.
Pago con Visa, que curiosamente, es aceptada. Y salgo con lo puesto, de riguroso estreno; plano, como el que soy, absolutamente abierto a la alegría de esta inmensa ciudad tridimensional.
He de confesar que aún me queda un poso de probador. Pero allá penas: Sólo hace falta esperar a que salga la luna, y será todo ferpecto.
...hay quien asegura que se puede escuchar, en un momento determinado de esta "pieza", el sonido de las olas retrayéndose de la orilla de la playa...
¡Anda ya!
A lo que voy:
Son palabras que, me hago cargo, a duras penas podrían darse amigablemente la mano. Desde luego mi colega el del espejo no mira con demasiado optimismo mis esfuerzos por acomodarme el sombrerito, a punto de ser adquirido con toda la ilusión del mundo. Me replica a cada movimiento, llevándome abiertamente la contraria. Se diría que lo pasa bien.
Pero es el colmo. Si se me ocurre ladearlo ligeramente a la izquierda él acaba ya de hacerlo a la derecha, insinuando una sonrisita maliciosa que da al traste con las pocas ganas que tengo yo de sentirme nada Bogart. Si es al revés, lo contrario. Responde puntualmente a mi sensación creciente de ridículo extemporáneo, sin la menor contemplación; alcanzando ya tesituras de escándalo en el momento en que me da por ensayar un look más relajado, tipo cow-boy, doblando el ala hacia atrás y dejando totalmente despejada la frente y sus aledaños. La estridente carcajada resuena al unísono, automática. Por el contrario, si opto por alisar la visera y encasquetármelo hacia delante, me escatima el gesto por completo; limitándose a dejar suelto el vertiginoso fuelle de su abdomen saltarín, y algo budista.
Es la mía. Tengo el tiempo justo para aprovechar la inercia que eso siempre le produce para probarme, en privado, esa preciosa americana de piel tan suave, verde caimán oscuro, putísima, que me ha hecho frenar en seco a dos palmos de la vitrina; y me ha obligado, como un semáforo, a pasar al interior de la tienda. Vaya, no es nada cara, pero seguro que no me está...Sin embargo ¡ay, máquina de los horrores! aún contra todo pronóstico (ahora que mi alias no me ve) yo diría que me queda como un guante...Ahí el espejo empezó a no saber qué cara ponía. Me faltó tiempo para aprovechar el lapsus y enredarme en el cuello esa hermosa bufanda de terciopelo; y escapar, de un salto, del probador, repudiando a divinis mi espejo, con todito el lote puesto.
-¡Che, le quedá bárbaro!-
...esa voz ligeramente ronca pero tan cálida me da la bienvenida al mundo de los sueños, justo un segundo antes de echarme, amablemente (a ver ¿me permitís?) las manos a la garganta:
-¡Pero noooooooooooo! Así todo el mundo va a pensar que sos europeo. Dale, yo le muestro-
Y en un plís-plás (como un toque de barita mágica), me imprime percha en los hombros, me hace una especie de nudo corredizo en la bufanda, que me hace sentir encorbatado pero no ahorcado y me deja maravillosamente tocado con mi nuevo sombrero...Insisto, magia. Educado, y agradecido, que es uno, hago ademán de estrecharle la mano a tan.....inconmensurable señora, cuando me interceptan dos sonoros besazos al tiempo que aprendo, sin apenas darme cuenta, que lo fundamental del tango es pillarle al pivote la cadencia.
Pago con Visa, que curiosamente, es aceptada. Y salgo con lo puesto, de riguroso estreno; plano, como el que soy, absolutamente abierto a la alegría de esta inmensa ciudad tridimensional.
He de confesar que aún me queda un poso de probador. Pero allá penas: Sólo hace falta esperar a que salga la luna, y será todo ferpecto.
...hay quien asegura que se puede escuchar, en un momento determinado de esta "pieza", el sonido de las olas retrayéndose de la orilla de la playa...
¡Anda ya!
jueves, 18 de octubre de 2007
miércoles, 17 de octubre de 2007
sábado, 13 de octubre de 2007
GÜE (ésto no es un soneto, ni al derecho ni al revés)
"No es cuestión de compadrear al bailar. El secreto reside en la envoltura de silencio que nos vuelve taciturnos, casi rencorosos."
Juan Carlos Lamadrid
.............al margen del rigor..de ortografías.....cebé mi superficie de un esqueleto...orondo, más allá de la impostura de inventar.......ilegibles melodías.
Por ejemplo:
Anoche por la tarde fue un biombo
que quiso amanecer de mediodía
ensayando los pasitos de tu rombo
...y a falto de...eh,eh.....hallar en mí ese rayo que apacigüe - micontumévocacióna lo..tu exigüo
me sangré en tu impiedad por si averigüo,,.....la Hostia
que en su punto te santigüe.
Y por lo (mientras) tanto:
La otra noche en el quilombo fue un desagüe
atascado, de fluídos y estrellitas.
Un banquete cordial de sibaritas..... ..
al degüello de una bujía exangüe. .
(Y, desde luego, no es un tango). .
Juan Carlos Lamadrid
.............al margen del rigor..de ortografías.....cebé mi superficie de un esqueleto...orondo, más allá de la impostura de inventar.......ilegibles melodías.
Por ejemplo:
Anoche por la tarde fue un biombo
que quiso amanecer de mediodía
ensayando los pasitos de tu rombo
...y a falto de...eh,eh.....hallar en mí ese rayo que apacigüe - micontumévocacióna lo..tu exigüo
me sangré en tu impiedad por si averigüo,,.....la Hostia
que en su punto te santigüe.
Y por lo (mientras) tanto:
La otra noche en el quilombo fue un desagüe
atascado, de fluídos y estrellitas.
Un banquete cordial de sibaritas..... ..
al degüello de una bujía exangüe. .
(Y, desde luego, no es un tango). .
martes, 9 de octubre de 2007
domingo, 7 de octubre de 2007
El clima y la mezcla (final Sao Paulo)
La variedad, no sólo de frutas, o de frutos; sino de fisonomías, de caracteres, de maneras de andar, de ritmos. El clima exultante de perpetuo carnaval y la despreocupación de unas gentes que parecen desconocer el significado de la palabra trauma. De ahí parece venir la envidiable grandeza de esta ciudad, en la que el asesinato está a la orden del día, pero el suicidio es una anécdota. Donde la música se huele y se palpa, aunque no se esté oyendo, y el señor Ministro de Cultura es un guitarrista de bossa nova (jazz).
Y así todo. Brillantes moles de cristal inabarcables de una mirada se intercalan a cada paso con casuchas desvencijadas y polvorientas, a una palmada de venirse abajo. A la gente le gusta andar; las calles semejan un hormiguero, mientras los taxis se amontonan en filas de 20 ó 30 y los taxistas pasan el día viendo futbol en una tele portátil, para entretener la falta de afición.
Y si te vas un pasito más allá, con sólo atravesar la puerta de unos jardines, te puedes transportar al Amazonas. Perdiendo cuidado, sin embargo, de embarrar tus zapatillas con desechos blandos; porque para eso se agradece, y así es; no como en Europa.
Y poco más puedo decir se Sao Paulo. En la noche (lástima) no me aventuré. Llevaba mis economías y mis prioridades muy al día, y la Argentina se veía aún muy lejana. Había decidido quedarme en Buenos Aires, solo, después de la gira, por mi cuenta; y no podía permitirme mucho relajo. Y así lo hice. Y me salió muy bien para ser yo. Pero es otra historia.
A quien no puedo dejar de presentaros, antes de dejar de lado Sao Paulo, es a mi definitivo flechazo; que se dejó retratar.
Fue en la zona de las tiendas pijas, tras beberme un litro entero de zumo de yo qué sé qué, que me mantenía a un par de palmos del suelo; multivitamínico, lo llamaban, y se quedaban cortos. Y de golpe la encontré. Parecía ser la encargada, a juzgar por la postura. La tienda era un paraíso de cortinas y edredones y cojines.
Yo, la verdad, no me atreví a molestarla. El caso es que ni entré a la tienda, y la foto sale como sale. Pero, aunque entre reflejos, queda clara su hermosura. Mezcla. Pura mezcla, valga la expresión, entre europea, asiática y brasileña:
Y, bueno...este...marchamos para la Argentina...
Y así todo. Brillantes moles de cristal inabarcables de una mirada se intercalan a cada paso con casuchas desvencijadas y polvorientas, a una palmada de venirse abajo. A la gente le gusta andar; las calles semejan un hormiguero, mientras los taxis se amontonan en filas de 20 ó 30 y los taxistas pasan el día viendo futbol en una tele portátil, para entretener la falta de afición.
Y si te vas un pasito más allá, con sólo atravesar la puerta de unos jardines, te puedes transportar al Amazonas. Perdiendo cuidado, sin embargo, de embarrar tus zapatillas con desechos blandos; porque para eso se agradece, y así es; no como en Europa.
Y poco más puedo decir se Sao Paulo. En la noche (lástima) no me aventuré. Llevaba mis economías y mis prioridades muy al día, y la Argentina se veía aún muy lejana. Había decidido quedarme en Buenos Aires, solo, después de la gira, por mi cuenta; y no podía permitirme mucho relajo. Y así lo hice. Y me salió muy bien para ser yo. Pero es otra historia.
A quien no puedo dejar de presentaros, antes de dejar de lado Sao Paulo, es a mi definitivo flechazo; que se dejó retratar.
Fue en la zona de las tiendas pijas, tras beberme un litro entero de zumo de yo qué sé qué, que me mantenía a un par de palmos del suelo; multivitamínico, lo llamaban, y se quedaban cortos. Y de golpe la encontré. Parecía ser la encargada, a juzgar por la postura. La tienda era un paraíso de cortinas y edredones y cojines.
Yo, la verdad, no me atreví a molestarla. El caso es que ni entré a la tienda, y la foto sale como sale. Pero, aunque entre reflejos, queda clara su hermosura. Mezcla. Pura mezcla, valga la expresión, entre europea, asiática y brasileña:
Y, bueno...este...marchamos para la Argentina...
jueves, 4 de octubre de 2007
Amor a primeras vistas...(Sao Paulo II)
Y salí. Vaya si salí; al instante. Aunque primero bajé, a desayunar de nuevo como un tigre.
Hay que decir que nunca antes había visto (aunque sí soñado) tan natural policromía de frutas tropicales para desayunar por la mañana, prontito que se oxidan. Tras lo cual, paso directamente a certificar los beneficios inmediatos que puede obrar sobre un ánimo desfasado (tanto en el perfil horario-geográfico, como en el más íntimo) una buena sobredosis, en ayunas, de mango bien madurito. Las salchichas, las pancetas y los huevos, revueltos, como siempre. Y de café (americano) ya te puedes beber litros.
Ahí ya empezé, como por arte de yo soy yo y mis..., a ver a más de uno de los nuestros. Y elegí al de siempre, claro; otro madrugador ocasional. Y a la calle. De la mano. Para entonces (más o menos las 08:00) tras visita obligatoria y religiosa al señor rouco ¡ayyyyyyyyyyyyy!, el sol campaba como auténtico astro rey y el, tan inconcebible como idiosincrásico, estruendo de los helicópteros había hecho migrar a los buitres; hacia la periferia, supongo. La suerte (nuestros paternales jefes) quiso que el hotel hiciera esquina con la mismísima Avenida Paulista; que es como La Castellana, pero con mucho más cacao. Y la gloria, siempre más palpable en el trópico, nos hizo comprender al instante que, afortunadamente, las muchachitas de a pie se desdeñan por costumbre de utilizar esos aparatosos "utilitarios" voladores para ir a trabajar. Mejor, van...andando...
Al punto vimos claro cual era nuestro destino en las próximas jornadas. Ni sexual, ni turismo. A vouyear como tarados. Y qué decir del flechazo. Al mismísimo San Sebastián me tuve que encomendar, para no caer, atravesado, a cada paso. Pero volvió a pasar de mí mi santo. Y yo me enamoré, os lo juro, a cada paso.
También he de decir, para no faltar del todo al rigor, que fuimos allí a trabajar; y en eso sí triunfamos. Pero es otra historia. Lo cierto es que, cuando nos desocupaba la excusa, algo teníamos que hacer entre el horario de entrada y el de salida de las oficinas, a mediodía ¡BUÁ!... Y la verdad es que también tengo recuerdos muy presentes de un excelente museo de arte contemporáneo; un parque, que era la selva en pleno centro, y una librería en la zona pija, en la que, a falta de ediciones bilingúes (quién lo diría) me compré un libro de poesía en portugués; absolutamente comprensible.
Pero básicamente, me dediqué a ver. Y ví...ví, ví...Viridiana...
Hay que decir que nunca antes había visto (aunque sí soñado) tan natural policromía de frutas tropicales para desayunar por la mañana, prontito que se oxidan. Tras lo cual, paso directamente a certificar los beneficios inmediatos que puede obrar sobre un ánimo desfasado (tanto en el perfil horario-geográfico, como en el más íntimo) una buena sobredosis, en ayunas, de mango bien madurito. Las salchichas, las pancetas y los huevos, revueltos, como siempre. Y de café (americano) ya te puedes beber litros.
Ahí ya empezé, como por arte de yo soy yo y mis..., a ver a más de uno de los nuestros. Y elegí al de siempre, claro; otro madrugador ocasional. Y a la calle. De la mano. Para entonces (más o menos las 08:00) tras visita obligatoria y religiosa al señor rouco ¡ayyyyyyyyyyyyy!, el sol campaba como auténtico astro rey y el, tan inconcebible como idiosincrásico, estruendo de los helicópteros había hecho migrar a los buitres; hacia la periferia, supongo. La suerte (nuestros paternales jefes) quiso que el hotel hiciera esquina con la mismísima Avenida Paulista; que es como La Castellana, pero con mucho más cacao. Y la gloria, siempre más palpable en el trópico, nos hizo comprender al instante que, afortunadamente, las muchachitas de a pie se desdeñan por costumbre de utilizar esos aparatosos "utilitarios" voladores para ir a trabajar. Mejor, van...andando...
Al punto vimos claro cual era nuestro destino en las próximas jornadas. Ni sexual, ni turismo. A vouyear como tarados. Y qué decir del flechazo. Al mismísimo San Sebastián me tuve que encomendar, para no caer, atravesado, a cada paso. Pero volvió a pasar de mí mi santo. Y yo me enamoré, os lo juro, a cada paso.
También he de decir, para no faltar del todo al rigor, que fuimos allí a trabajar; y en eso sí triunfamos. Pero es otra historia. Lo cierto es que, cuando nos desocupaba la excusa, algo teníamos que hacer entre el horario de entrada y el de salida de las oficinas, a mediodía ¡BUÁ!... Y la verdad es que también tengo recuerdos muy presentes de un excelente museo de arte contemporáneo; un parque, que era la selva en pleno centro, y una librería en la zona pija, en la que, a falta de ediciones bilingúes (quién lo diría) me compré un libro de poesía en portugués; absolutamente comprensible.
Pero básicamente, me dediqué a ver. Y ví...ví, ví...Viridiana...
martes, 2 de octubre de 2007
Vaya un Credo por delante. Con Benedetti y sin Mozart.
Es cierto que por ahí pasó. Pero no estaba en Sao Paulo, ni en Santiago ni en Santos ni en Blumenau. No se encontraba en Rosario. Quizá un poco en Buenos Aires. No fue al final a Tigre, ni se acercó a Mar del Plata. Tampoco estuvo en Montevideo. Pero pasó por ahí.
Mario Benedetti
(Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó,
Uruguay, 14 de septiembre del 1920)
Noción de patria
(1962-1963)
Además una cosa:
Yo no tengo ningún inconveniente
En meterme en camisa de once varas...
Nicanor Parra
NOCIÓN DE PATRIA
Cuando resido en este país que no sueña
cuando vivo en esta ciudad sin párpados
donde sin embargo mi mujer me entiende
y ha quedado mi infancia y envejecen mis padres
y llamo a mis amigos de vereda a vereda
y puedo ver los árboles desde mi ventana
olvidados y torpes a las tres de la tarde
siento que algo me cerca y me oprime
como si una sombra espesa y decisiva
descendiera sobre mí y sobre nosotros
para encubrir a ese alguien que siempre afloja
el viejo detonador de la esperanza.
Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas
que se ha vuelto egoísta de puro generosa
que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado
pienso que al fin ha llegado el momento
de decir adiós a algunas presunciones
de alejarse tal vez y hablar otros idiomas
donde la indiferencia sea una palabra obsena.
Confieso que otras veces me he escapado.
Diré ante todo que me asomé al Arno
que hallé en las librerías de Charing Cross
cierto Byron firmado por el vicario Bull
en una navidad de hace setenta años.
Desfilé entre los borrachos de Bowery
y entre los Brueghel de la Pinacoteca
comprobé cómo puede trastornarse
el equipo sonoro del Chateau de Langeais
explicando medallas e incensarios
cuando en verdad había sólo armaduras.
Sudé en Dakar por solidaridad
vi turbas galopando hasta la Monna Lisa
y huyendo sin mirar a Botticelli
vi curas madrileños abordando a rameras
y en casa de Rembrandt turistas de Dallas
que preguntaban por el comedor
suecos amontonados en dos metros de sol
y en Copenhague la embajada rusa
y la embajada norteamericana
separadas por un lindo cementerio.
Vi el cadáver de Lídice cubierto por la nieve
y el carnaval de Río cubierto por la samba
y en Tuskegee el rabioso optimismo de los negros
probé en Santiago el caldillo de congrio
y recibí el Año Nuevo en Times Square
sacándome cornetas del oído.
Vi a Ingrid Bergman correr por la Rue Blanche
y salvando las obvias diferencias
vi a Adenauer entre débiles aplausos vieneses
vi a Kruschev saliendo de Pennsylvania Station
y salvando otra vez las diferencias
vi un toro de pacífico abolengo
que no quería matar a su torero.
Vi a Henry Miller lejos de sus trópicos
con una insolación mediterránea
y me saqué una foto en casa de Jan Neruda
dormí escuchando a Wagner en Florencia
y oyendo a un suizo entre Ginebra y Tarascón
vi a gordas y humildes artesanas de Pomaire
y a tres monjitas jóvenes en el Carnegie Hall
marcando el jazz con negros zapatones
vi a las mujeres más lindas del planeta
caminando sin mí por la Vía Nazionale.
Miré
admiré
traté de comprender
creo que en buena parte he comprendido
y es estupendo
todo es estupendo
sólo allá lejos puede uno saberlo
y es una linda vacación
es un rapto de imágenes
es un alegre diccionario
es una fácil recorrida
es un alivio.
Pero ahora no me quedan más excusas
porque se vuelve aquí
siempre se vuelve.
La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa
y en mi cama hay un pozo que es mi pozo
y cuando extiendo el brazo estoy seguro
de la pared que toco o del vacío
y cuando miro el cielo
veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur
mi alrededor son los ojos de todos
y no me siento al margen
ahora ya sé que no me siento al margen.
Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.
Mario Benedetti
(Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó,
Uruguay, 14 de septiembre del 1920)
Noción de patria
(1962-1963)
Además una cosa:
Yo no tengo ningún inconveniente
En meterme en camisa de once varas...
Nicanor Parra
NOCIÓN DE PATRIA
Cuando resido en este país que no sueña
cuando vivo en esta ciudad sin párpados
donde sin embargo mi mujer me entiende
y ha quedado mi infancia y envejecen mis padres
y llamo a mis amigos de vereda a vereda
y puedo ver los árboles desde mi ventana
olvidados y torpes a las tres de la tarde
siento que algo me cerca y me oprime
como si una sombra espesa y decisiva
descendiera sobre mí y sobre nosotros
para encubrir a ese alguien que siempre afloja
el viejo detonador de la esperanza.
Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas
que se ha vuelto egoísta de puro generosa
que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado
pienso que al fin ha llegado el momento
de decir adiós a algunas presunciones
de alejarse tal vez y hablar otros idiomas
donde la indiferencia sea una palabra obsena.
Confieso que otras veces me he escapado.
Diré ante todo que me asomé al Arno
que hallé en las librerías de Charing Cross
cierto Byron firmado por el vicario Bull
en una navidad de hace setenta años.
Desfilé entre los borrachos de Bowery
y entre los Brueghel de la Pinacoteca
comprobé cómo puede trastornarse
el equipo sonoro del Chateau de Langeais
explicando medallas e incensarios
cuando en verdad había sólo armaduras.
Sudé en Dakar por solidaridad
vi turbas galopando hasta la Monna Lisa
y huyendo sin mirar a Botticelli
vi curas madrileños abordando a rameras
y en casa de Rembrandt turistas de Dallas
que preguntaban por el comedor
suecos amontonados en dos metros de sol
y en Copenhague la embajada rusa
y la embajada norteamericana
separadas por un lindo cementerio.
Vi el cadáver de Lídice cubierto por la nieve
y el carnaval de Río cubierto por la samba
y en Tuskegee el rabioso optimismo de los negros
probé en Santiago el caldillo de congrio
y recibí el Año Nuevo en Times Square
sacándome cornetas del oído.
Vi a Ingrid Bergman correr por la Rue Blanche
y salvando las obvias diferencias
vi a Adenauer entre débiles aplausos vieneses
vi a Kruschev saliendo de Pennsylvania Station
y salvando otra vez las diferencias
vi un toro de pacífico abolengo
que no quería matar a su torero.
Vi a Henry Miller lejos de sus trópicos
con una insolación mediterránea
y me saqué una foto en casa de Jan Neruda
dormí escuchando a Wagner en Florencia
y oyendo a un suizo entre Ginebra y Tarascón
vi a gordas y humildes artesanas de Pomaire
y a tres monjitas jóvenes en el Carnegie Hall
marcando el jazz con negros zapatones
vi a las mujeres más lindas del planeta
caminando sin mí por la Vía Nazionale.
Miré
admiré
traté de comprender
creo que en buena parte he comprendido
y es estupendo
todo es estupendo
sólo allá lejos puede uno saberlo
y es una linda vacación
es un rapto de imágenes
es un alegre diccionario
es una fácil recorrida
es un alivio.
Pero ahora no me quedan más excusas
porque se vuelve aquí
siempre se vuelve.
La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa
y en mi cama hay un pozo que es mi pozo
y cuando extiendo el brazo estoy seguro
de la pared que toco o del vacío
y cuando miro el cielo
veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur
mi alrededor son los ojos de todos
y no me siento al margen
ahora ya sé que no me siento al margen.
Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.
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