
Ya sé que ella eligió apurar la partida, y gana.
Que yo sigo jugando mis cartas marcadas, perdido de antemano.
Que me juego la vida por tener esperanza, y, por lo tanto, pierdo.
¿En qué lugar del mundo cabría ese minuto,
frío como la espada que nos cercena el alma?...
Si no fuera porque yo sé que, a pesar de todo,
mi paz vive en tus ojos.
Y, en los míos, se-esconde, agazapada,
esa luz que te atrapa.
Hoy vuelvo a tener miedo, porque sé qué me pasa.
Ayer fuí la hoguera. Hoy soy la ceniza que el viento arrasa.