El horizonte es llano, mires hacia donde mires. Una sábana infinita, un velo azul transparente de delicados flecos rosados, tapiza de mansa quietud, liso y claro como un lago, el techo inabarcable de la tarde en la meseta; que parece detenerse unos instantes, resistiendo agotarse. Y de repente, la noche. Tupido manto sin luna de terciopelo azabache perforado por millones de diminutas mirillas plateadas, donde se asoman sin duda los viejos Maestros, a ver cómo van las obras. Salamanca.
Es la hora de abandonar el hormiguero y alejarse del bullicio. De ganar tiempo hacia abajo y retroceder dos siglos a cada paso. Una calle que desciende, silenciosa y empedrada, una plazuela desierta y, sin apenas advertirlo, doblar una esquina inopinada y encontrarte, solo, contigo mismo, a mil años de distancia.
La primera sensación es que no hay nadie. Cielo y piedra, y todas las estrellas mirándote a ti; que inspeccionas incrédulo tus ropajes marcianos, firmemente persuadido de que acabas de atravesar la stargate; o un agujero negro. Pero no; que las paredes murmuran, las estatuas te miran a la cara invitándote a seguir y, a los lados, monumentales mamuts petrificados te señalan el camino; siempre adelante, siempre hacia abajo. Y tú te dejas llevar; arropar. Engullir en esta matriz de piedra y alma en la que no te encuentras, precisamente, perdido. Y se va acompasando lentamente la tensión de tus arterias con la emoción de tu alma, mientras el nuevo compás va ensanchando tus pulmones, al tiempo que anega de rocío tus pupilas.
Y, claro; cuando te sientes en casa, o habías decidido ya quedarte a vivir ahí un buen rato, escuchas...¿magia?...voces. Voces...¿humanas?...Pues sí. Y sigues andando y das la vuelta a otra esquina y eran tus compañeros que llaman para cenar. Y hace frío. Y la calle está llena de luz, de gente y de restaurantes. Y no es magia, pero parece.
Quizá es pura coincidencia, pero la música que me he traído entre manos estos días; que hemos paseado por los más contemporáneos auditorios de Castilla, es la Sinfonía Fantástica, de Berlioz. Que; aunque no tiene nada que ver. O sí. Trata también de (pone en solfa) un singular viaje astral. Hacia abajo. Hacia dentro.
Y bueno, bueno ha estado. Muy bueno. He contado lo mejor; lo primero. Y estoy pensando en otra cosa que me callo. Y ya está. Volver de nuevo a volver a mi caverna. Contento y cansado. Esta vez, con la amigable sensación, cálida y liviana, de empezar a extrañar a alguien que no conozco. Y la irrenunciable certeza de volver a habitar ciertos lugares.
A mi caverna de paso, por cierto. Además, esta mañana, al despertar, con sorpresa en la ventana. En la maraña espinosa que hace de portero de mi cueva, ha brotado en mi ausencia (me pregunto, Mi/Me, si tendrás algo que ver) un solitario y temprano capullito carmesí. De paso, porque esta noche. Ahora. Me toca recomponer todo este vagage onírico pero real; distribuir pieza a pieza todas las cosas en la maleta pequeña (la de los viajes cortos); y marcharme a aligerallo todo ello; y a todo ello quemallo.
A Valencia. Clallo. Digo, claro.
Datos personales
- Misántropo
- Al norte del sur., Spain
- En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.
domingo, 16 de marzo de 2008
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17 comentarios:
Un onírico viaje, sin duda. Magia que parece al final de los días lo es. Las músicas, imprescindibles para los viajes oníricos. Arnold Schönberg o Alban Berg, ideales. Un saludo.
En Salamanca todo es posible... Y con sinfonía Fantástica...pues...
Llévate el capullito callmesí a Vallencia.. porque en fallas seguro que...
Un texto epléndido¡¡¡
un abrazo, maestro.
P.D.
Siiiiii... lo reconozco... soy un poco gamberro
A mi Salamanca me trae recuerdos sonoros. Los ecos, las pisadas, las sombras que se alargan y se encogen como un bandoneón, los silencios difíciles y los cencerros lejanos de las dehesas.
Como dices que has contado lo mejor, lo peor, ¡a quemallo!, que allí supongo que no sólo se queman ninots.
Para cuando vuelvas, seguro que han florecido muchos más capullos (y hablo de las flores, que conste).
De la llanura al monte y playa. No está mal.
Tu/te Okupa
Jajaja...gamberra...hace tanto que no me llamaban asi!!
Un guiño de disfrute, vuelve ;)
Bikos mil
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Oh, que bonito lo has escrito, coraçao !!!..y con música de fondo de Berlioz O_O
..y ahora, una de fallas? pasaremos del frío al calor en un plis plas?. Aquí estamos..
Besitos, viajero...
Lo que hacen unas corcheas bien puestas... =)
Saludos.
Ni se imagina la compañía que me hacen sus palabras... Lo bien que me sientan sus músicas, ésas que cuelga usted tan amorosamente...
Un abrazo, señor viajero...
Aunque ausente de mi blog, me encanta pasearme por el suyo, ya ve... :-)
un paseo maravilloso. Gracias por este regalo que sí, sí, es magia.
Un saludo
Jesús
"Por la boca muere el pez y Oscar Wilde." No sé de quién...
¿Eres misántropo?
¿Me lo aclaras un poquito?
Saludos!
Uhmmmm......exquisito.
;)
Me sorprendes. Siempre me sorprendes.
Un beso!
Me gusta encontrarte en estas paraditas que haces ...
¿de verdad ha brotado un capullito carmesi? ...¡¡¡que suerte !!.
Besos
Juer chaval... vaya vacaciones. ¿O es gandulería? ¿O ambas cosas? ¿O te han robado el PC?
Bueno. Ha pasado mucho tiempo.
Ya hace días que quemamos vísceras y telarañas enlazando la resaca con la tradicional tortura, "pasión" y asesinato de aquel chico tan majo.
En lugar de responderos uno a uno, me pone más pasar página y seguir tirando del hilo.
Abrazos para tod@s. Gracias por estar ahí siempre.
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