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Al norte del sur., Spain
En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.

sábado, 20 de diciembre de 2008

A diferencia de Belén

Copos del cielo caídos
juguetes del viento son.
Nous avons, vous avez;
ils ont.
(Villancico)



Es verdad que la nieve siempre mueve a los terrícolas a sufrir de buen grado la sensación térmica reinante. La nieve purifica el aire, oxigena los semblantes, desparrama luz por todas partes y enciende la fantasía. Algo así como el frío hecho una fiesta.

Se sabe también que entre la población más llana no existe epidemia que se propague con mayor virulencia que el ánimo de fiesta. Ésto, junto con la nieve, da lugar a una euforia generalizada que viene a manifestarse en avalancha de estrechos encontronazos amigables, llamados abrazo. A consecuencia de la precipitación desaforada de tales efusividades, se ha observado un significativo recalentamiento de la corteza terrestre; lo cual origina una serie de fenómenos altemente inquietantes, como esas extrañas luciérnagas intermitentes que proliferran por los árboles, la radical mutación de las fachadas en una suerte de naves espaciales a punto de despegar o el alarmante incremento de la contaminación acústica; en forma de chirriante, repetitiva, cantinela.

Este caos es, por suerte, pasajero. Pero convendría señalar que todo este derroche indiscrimanado de calor, humano y extraterrestre, no carece de efectos secundarios. Se viene observando en los últimos tiempos una especie de extraño meteoro que parece funcionar muy parecido a la nieve, solo que a la inversa. Los estudiosos lo han definido como un velo incasdescente, formado por diminutas lenguas de fuego, que asciende hacia las capas más altas de la atmósfera, ocasionando allí un salvaje choque de temperamentos que transformaría las lenguas de fuego en balas de hielo. Con lo cual, dicen, podría bastar el soplo certero de algún dios cabreado para que salieran todas disparadas, en ráfaga, sobre la tierra.

Se asegura, no obstante, que no hay de qué alarmarse. Por fortuna la naturaleza es sabia; y el Sol, nuestro eterno aliado, se encargará siempre en el último momento de ablandar las balas. Y así, convertidas en tiernos e inofensivos copos de nieve, vendrán a posarse de nuevo suavemente sobre nuestros campos; moviendo a los terrícolas a sobrellevar con alegría la intemperie. Admirando, en todo caso, la mirada confiada de algún niño.

Y así siempre.


2 comentarios:

Tempus fugit dijo...

El exceso de calor humano, especialmente en navidad, es un factor determnante del calentamiento global.
Por cierto, la frase es:
"Copos del cielo caídos
juguetes del viento son,
y a mí que coño me cuentas,
si no soy maricón"


un abrazo...y felices fiestas si no te "veo"

hacefalta dijo...

No, no... la frase es:
"Hojas que del árbol caeis,
juguetes que del viento sois,
no me toqueis los cojones
que vengo de patinar."

Un abrazo de nieve.