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Al norte del sur., Spain
En el norte del sur del centro del mundo, no hace frío, ni calor. Se podría decir que se está bien, aunque el clima no es confortable. Dejémoslo, no obstante, como está; por si las moscas.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Cafesito de noviembre

Siempre he sentido una debilidad especial por este bar. Una especie de atracción malsana, como de andar al paso, de visita; al tiempo que una intensa sensación, una antagónica euforia que me moviera a querer acomodarme, saboreando la certeza confortable de no tardar en volver. Me pregunto si será por este tufo característico, impecable, mezcla de soledad y matarratas, que transporta mi pituitaria a la desolación viscosa de mi última celda. Ahora vengo de la calle, de la lluvia, y entro y salgo cuando quiero.

El local está casi vacío a estas horas. La eterna cerillera milenaria, artículo de inventario, inmóvil en su rincón como estatua de cera. Tres tristes espectros de tigre trasnochado, de mirada congelada, uno a cada extremo de la barra y otro en medio; hipnotizados por el supuesto fulgor de su penúltima copa, como si fuera a saltar de repente un conejito, una paloma. Dos avezados halcones noctámbulos porfiando encrucijadas que obligen a retrasar su inapelable retorno a casa. Todo sigue igual que siempre. La vieja gramola ronronea impertinencias melancohólicas. La humedad se adhiere al alma. Sam, camarero octogenario, cojo y presumiblemente mudo, se desliza ceremonial de un extremo a otro de su olimpo, no sin cierta agilidad de viejo púgil, sin emitir el más mínimo sonido; como si fuera nadando o, más bien, buceando. Y es el momento en que comienzo a sentirme no en un bar, sino en una maldita suerte de pecera descomunal, poco habitada...Medianoche de café en nuestro rincón secreto.

Yo he llegado mucho antes, como siempre. Ella llegará tardísimo, presurosa y agitada, de fregar la última cloaca. Se desplomará en su taburete, contra la pared; reventada y distante, como siempre. Distante y cálida -un minuto- pedirá. Lo justo para sobreponerse y abasallar sin disimulo el más mínimo coraje que le permita encender la mecha de su rumiado monólogo. Ahora debe estar, probablemente, deshaciéndose en datitos, sin solución ni cabida a la esperanza; mientras yo callo, y hago como que escucho. Contemplo; me resbalo de mi silla, y me caigo y me levanto. Contemplo, me vuelvo a sentar; sigo contemplando. Escucho. La creo; y también me desespero. Hace pocos meses que salí; y nos estamos viendo a hurtadillas de vez en cuando. Se aviene a regañadientes a mis ruegos esporádicos; fuera de ésto sabe bien que nunca la llamo. Sé que no puedo, no debo; no le vayan a partir...en fin, por mi culpa. Me doy cuenta de que ella nunca llama. Pero viene. Siempre llega...medianoche subversiva y desleal de una sangre escacharrada.

Bueno. Terminado el cafesito, en apenas media hora mal robada, saltará, horrorizada, como alma que lleva al diablo. Espetándome un concienzudamente ártico -mi marido, el pobre, ya sabes- beso volado en la frente; un par de -¡Ay, los niños, si los vieras!- de billetes arrugados en el bolsillo de mi -sólo puedo darte ésto- americana. Y saldrá, llena de empuje -no me llames, por favor- por esa misma puerta por la que entró, hace apenas un ratito, derrotada.

Yo me quedaré mi tiempo, a sorber como se escapa. Desertando de mi vida y de su vida; desertando de la vida hacia delante.

Hasta el próximo café. Quizá te llame para navidades, hermanita.











 
Posted by Picasa

3 comentarios:

Tempus fugit dijo...

Absolutamente cinematográfico. Me llegó incluso el olor caferraticida. Sam-Quasimodo, personaje adecuadísimo a la escena.
Buen regreso, sí señor.

un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

No quedan cerilleras.
La última murió en el terremoto de San Francisco.
Ya era hora.

hacefalta dijo...

Muy buena puesta en escena. Me ha gustado, truhán.Ah, y me encantan los palabros que inventas.